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Europa reduce drásticamente la contaminación pese a la histeria regulatoria

Bruselas insiste en nuevas restricciones pese a avances de entre el 65% y el 95% en los indicadores de referencia.

Bruselas insiste en nuevas restricciones pese a avances de entre el 65% y el 95% en los indicadores de referencia.
Imagen de archivo que ilustra la contaminación ambiental. | Pixabay/CC/SD-Pictures

La Agencia Europea de Medio Ambiente ha publicado su inventario oficial de emisiones atmosféricas y los datos no dejan lugar a dudas: la calidad del aire en la Unión Europea ha mejorado de forma contundente en las últimas décadas. En 2023, las emisiones de todos los contaminantes fueron inferiores a las de 2005, y en muchos casos, las reducciones superan con holgura los compromisos internacionales asumidos por la UE.

El caso más llamativo es el del dióxido de azufre (SOX), cuyas emisiones se han desplomado un 95 % desde 1990 y un 84 % desde 2005. Le siguen los óxidos de nitrógeno (NOX), con una caída del 66 % desde 1990, y los compuestos orgánicos volátiles no metánicos (NMVOCs), que se han reducido un 63 %. También las partículas finas PM2.5 se han recortado un 41 % desde 2000. Todo esto con una economía mucho más grande y una población superior.

En otras palabras: el progreso es innegable, y se ha producido incluso antes de la avalancha normativa impulsada desde Bruselas en los últimos años. La transición tecnológica, la modernización industrial y el avance del mercado han hecho más por el medio ambiente que muchas de las iniciativas coercitivas que hoy se imponen con tono de urgencia climática.

De hecho, todos los países de la UE han superado ampliamente los objetivos marcados por el Protocolo de Gotemburgo. Mientras que el compromiso para el SOX era del -59 %, el resultado ha sido del -84 %. En el caso del NOX, el objetivo era -40 % y la reducción real ha alcanzado el -52 %. Para las partículas PM2.5, se exigía una bajada del 22 %, y se ha logrado el 38 %.

El sector energético, acusado constantemente por ecologistas y burócratas, ha sido precisamente el que más ha contribuido a esta mejora. El uso del gas frente al carbón, la eficiencia de nuevas tecnologías y la competitividad de las renovables han permitido reducir el SOX en más del 80 % solo desde 2005. También el transporte por carretera, con los estándares Euro, ha logrado un recorte del 73% en NOX en el caso de los coches y del 76 % en camiones y autobuses.

Mejora sistemática

Y, sin embargo, pese a este éxito evidente, la respuesta de las instituciones comunitarias sigue siendo más intervención, más prohibiciones y más burocracia. Se habla de zonas de bajas emisiones, restricciones al diésel, tasas al transporte y normativas cada vez más asfixiantes para empresas y consumidores. Todo ello ignorando que el proceso de mejora ya está en marcha y funciona gracias a la innovación, no a la coerción.

A la vista de los datos, cabe preguntarse qué sentido tiene mantener esta deriva regulatoria, que encarece la vida de los ciudadanos sin aportar mejoras adicionales significativas. Si el objetivo es proteger el medio ambiente, quizá sea hora de confiar más en el progreso espontáneo de la sociedad abierta y menos en la obsesión planificadora de las instituciones.

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