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El teléfono de la esperanza (inmobiliaria)

Mientras los socios del Ejecutivo nos van entreteniendo con nuevas humoradas habitacionales, los núcleos de chabolas vuelven a dejarse ver

Mientras los socios del Ejecutivo nos van entreteniendo con nuevas humoradas habitacionales, los núcleos de chabolas vuelven a dejarse ver
Europa Press

En el columnismo periodístico existe un subgénero de longa data, el de los chistes revestidos de opinión política, para cuyos practicantes siempre han constituido una auténtica mina las ingeniosas ocurrencias que acostumbran a imprimir en el BOE los ministros que se van sucediendo en la cartera de Vivienda, sin duda la más inútil de todas. Recuérdese al respecto el mucho juego que dió aquella legendaria iniciativa, lo de las "alternativas habitacionales", célebre gansada de Maria Antonia Trujillo alumbrada apenas cinco minutos antes de que estallara la burbuja del ladrillo previa a la actual.

Y la ministra de ahora, que no me acuerdo cómo se llama, parece que también ansía mostrarse fiel a la tradición de grandes ridículos en su departamento. De ahí que ande ultimando los preparativos para poner en marcha una especie de teléfono de la esperanza inmobiliaria, el 047, número al que podrán llamar todos los aspirantes frustrados a un pisito antes de suicidarse. La payasada promete, va a ser muy celebrada en los medios. Por eso, los de Sumar, que ven venir el bochorno y la chirigota, le han pedido a la buena señora que se coja una baja permanente. Y es que ellos, por su parte, creen no hacer otro tanto de lo mismo al postular como genial solución que se prohíban todos los pisos turísticos de Vallecas, Usera, Hospitalet y Santa Coloma de Gramanet, su bálsamo para que se resuelva el asunto de una vez para siempre.

Así, mientras los socios del Ejecutivo nos van entreteniendo con nuevas humoradas habitacionales, los núcleos de chabolas vuelven a dejarse ver, y cada vez más, en las periferias de las grandes ciudades del país. He ahí la efectiva solución habitacional que el orden espontáneo surgido de la miseria importada está implantando, sin necesidad de la mediación de ningún intervencionismo político. Aquí, a nadie se le ha ocurrido pensar que el éxito del falangista Arrese no obedeció a que él construyera muchos pisos de protección oficial, sino a que el desarrollismo creó los empleos industriales que permitirían pagarlos. Esos que ya no existen.

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