
La comparación internacional de la cuña fiscal por niveles salariales evidencia que España aplica una presión impositiva superior a la media de la OCDE tanto en trabajadores sin hijos como en familias. Esta mayor carga no se concentra únicamente en las rentas altas, sino que se repite de forma generalizada a lo largo de casi toda la escala de ingresos.
Así lo pone de manifiesto un análisis realizado por el economista Santiago Calvo para la Universidad de las Hespérides en el que se puede comprobar en qué medida el castigo fiscal soportado por los españoles se sitúa ya muy por encima de los umbrales de referencia observados en las economías avanzadas.
El siguiente gráfico toma el supuesto de un contribuyente sin hijos y muestra cómo la cuña fiscal —es decir, la parte del salario que no llega a percibir el trabajador, como resultado de la suma de IRPF y cotizaciones— es sistemáticamente más alta en España que en el promedio de la OCDE. Esta circunstancia se da prácticamente para todos los niveles de renta: da igual si hablamos de alguien que gana el 60%, el 100% o el 200% del salario medio, porque la brecha sigue dándose, en todo caso. De hecho, el diferencial llega a ser tan acusado que, para un contribuyente que gana el 180% del salario medio, la "cuña fiscal" en España es casi 5 puntos porcentuales más. En la práctica, ese trabajador cuyo salario se sitúa en torno a 50.000 euros pagaría 2.500 euros menos cada año si la tributación española fuese homologable a la de las economías ricas.

Si hablamos de un contribuyente casado y con dos hijos, el análisis de Calvo arroja las mismas conclusiones: de nuevo, todos los niveles de renta soportan en España una tributación mayor que en la OCDE. En el caso de un contribuyente que gana alrededor de 20.000 euros, su "cuña fiscal" ronda ya el 30%, frente a cotas del 15% en la OCDE. La desventaja, pues, se reproduce bajo todo tipo de escenarios y situaciones.

Y, mirando al futuro, la tendencia que avanzan los datos no es muy halagüeña, puesto que la presión fiscal soportada por los españoles ha pasado del 31% al 37% del PIB entre 2010 y 2025, un periodo en el cual la UE ha visto como dicho epígrafe se mantenía más o menos estable, en torno al 40% del PIB, con niveles algo menores en la OCDE.


