
El sol lucía en todo lo alto en el Madrid de los domingos tranquilos de la primavera, que anima a los madrileños a salir a la calle y disfrutar de un vermú en el centro de la ciudad; y a los turistas a visitar la capital. Dos de esos turistas se apostaban en las vallas de la –todavía vacía— Plaza de Cibeles unos minutos antes de las 12:00 horas, cuando daban comienzo las cuatro columnas de la manifestación que acabarían en la plaza que preside la Diosa de los madridistas, mientras escuchaban el relato del guía.
Uno, con acento argentino, le preguntaba a otro por qué había vallas, a lo que el otro, también con acento argentino, le respondía que había una manifestación por la Sanidad pública y que por ello habían ido a visitar la plaza del Ayuntamiento antes de lo que pretendían. El primero le cuestiona al segundo, que parecía que sabía más que él, si es que la Sanidad iba mal. "No sé —le contesta el primero haciendo caso omiso al guía—, creo que se manifiestan los mismos que gobiernan".
Así esperaba la Cibeles la llegada de las cuatro vertientes de la manifestación. Entre domingueros, taxis que transportaban a los turistas y artistas callejeros que vendían sus cuadros como cualquier otro fin de semana en busca de su particular agosto comenzaban las columnas su camino: la norte desde la Plaza del Doctor Marañón; la sur desde Atocha; la este desde el Hospital de La Princesa; y la oeste, desde Callao. La sur, la más poblada, emprendía su camino con el lema "Sanidad 100 x 100 pública y universal" y liderada por el famoso y visible muñeco "Pinocha", que representa a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, como una marioneta de madera con la nariz larga y una pancarta en la que se lee "culpable" como cinturón.
La encabeza, la lidera, al tiempo que es señalada por todos. Así ha propuesto la izquierda su particular linchamiento contra la presidenta madrileña, a la que le recriminan la "privatización" de la Sanidad Pública madrileña, que ofrece el horario más amplio del país (de 8 a 21h) y es la comunidad que más citas médicas genera al día con una cifra de 3.600, según informa la doctora Ana Hernández. "Oé oé oé oá, a la Pinocha le queremos preguntar, cuántos negocios ha montado ya con el dinero de la Sanidad", cantaban los manifestantes, paradójicamente a su paso por el Ministerio de Sanidad de Mónica García, a quien no le ha caído ningún reproche pese a no haber presentado ninguna propuesta de reforma del sistema de financiación sanitaria ni haber aprobado —como prometió con fecha límite diciembre de 2024— el estatuto marco de los sanitarios.
La muerte juzga a Ayuso
Pronto, las miles de personas que formaban la columna sur han llegado a la Plaza de Neptuno sumándose entonces una de las estrellas de esta manifestación: una persona disfrazada de muerte que portaba un cartel con el que se definía —"soy el plan sanitario de Madrid; os espero"— y un número en globos mal pegados que representaban el número 7.291, el número de fallecimientos en residencias durante la pandemia que la izquierda le achaca a Ayuso. Ahí ha ocurrido el juicio público, rodeando al muñeco a grito de "culpable", sin juicio ni defensa, rasgando sus vestiduras de madera, con la muerte apuntándola directamente. Algún exaltado, con la emoción del que persigue a su presa con los ojos inyectados en sangre, pensó que era Ayuso de verdad y se enfrentó a ella: "Narizotas, hija de puta".
Así hasta llegar a Cibeles entre cánticos de defensa de la Sanidad pública y contra la privatización que según ellos, está llevando a cabo el PP en Madrid. "Manos arriba, esto es un atraco"; "Fuera las empresas de la Sanidad, porque sólo vienen a robar"; "La pública pa’lante —no sabemos de dónde cogerían esa expresión— y la privada pa’trás"; "menos toreros y más enfermeros"; o "Ayuso, escucha, seguimos en lucha", se ha coreado en numerosas ocasiones por las 200.000 personas que se han manifestado por la Sanidad Pública madrileña según los organizadores o las 30.000 "máximo" —qué curioso desfase— que asegura Delegación de Gobierno. Si contamos los números oficiales, los de Delegación, unas 5.000 personas más que la concentración del pasado 10 de mayo en Colón contra Sánchez, que fue calificada de "pinchazo" por la izquierda.
Entre los asistentes, se encontraban las eurodiputadas de Podemos Irene Montero e Isa Serra; y la líder municipal de los socialistas madrileños, la exministra Reyes Maroto. A su llegada al Ayuntamiento, los organizadores destacan que todavía se pueden hacer donaciones al más del centenar de asociaciones que han convocado la manifestación: "Os recordamos que hay voluntarios con petos rojos recaudando dinero porque las manifestaciones no son gratis y tenemos que seguir en la lucha". Después, proponen un minuto de silencio por las 7.291 "víctimas de las residencias", las de Madrid.
Nada de minutos de silencio por las 6.231 de Cataluña, ni un segundo por las tasas de mortalidad de otras comunidades que alcanzaron el 47,7% (Castilla y León), el 39,7% (Navarra), el 39,3% (Cantabria), o el 34,5% (Aragón) frente al 13,1% de la tasa de mortalidad en residencias madrileñas durante la pandemia. Al término de la manifestación, los bares de alrededor de Cibeles se llenan: Ayuso lo esto, Ayuso lo otro, camarero ponme dos cañas, la que nos ha liado Ayuso.



