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Las lágrimas de Ségolène Royal

La que fuera candidata socialista no podía ocultar su decepción tras el pobre resultado en las primarias que le deja fuera de la carrera presidencial.

François Hollande y Martine Aubry mantienen y renuevan su aspiración a la presidencia de la República francesa en 2012 como candidatos del Partido Socialista (PS), con un ojo puesto en el legado de votos de Arnaud Montebourg y a la consigna que imparta este a sus simpatizantes.

El tercero en discordia de entre los socialistas galos, Montebourg, sorpresa en la primera vuelta de las elecciones primarias del domingo, compartió protagonismo esta noche en las televisiones francesas, después de una jornada de intensos debates internos en el PS sobre a quién recomendará votar el 16 de octubre.

Como ni Hollande (39,1 % de los apoyos, porcentaje aún no definitivo) ni Aubry (con un 30,6 %) alcanzaron la mitad de los votos de los 2,5 millones de electores que acudieron a las urnas, ambos exhibieron ante las cámaras una elegante pero distante camaradería, unida a la firmeza en sus convicciones, dentro del mismo partido.

"No cambio de ideas en función de las circunstancias", aseguró Aubry en el canal TF1, mientras que Hollande decía un poco antes en France 3: "no tengo que cambiar de línea".

Ambos estaban siendo preguntados sobre cómo intentarán atraer a su lado a los votantes de Montebourg, quien superó inesperadamente a la "histórica" Ségolène Royal, que de esta primera vuelta de las primarias socialistas difunde una imagen nueva: la de una decepcionada y llorosa líder que tuvo mejores épocas.

Montebourg, con algo más de un 17 % de los votos del domingo pasado, se presentó ya en el papel de árbitro de la segunda vuelta y exhibió seguridad a la hora de defender las ideas con las que el ala presumiblemente más de izquierdas del PS le apoyó en estos comicios pre-presidenciales.

Efectivamente, Montebourg, que a la misma hora que Aubry se explicaba ante las cámaras de otro canal de televisión, France 2, aseguró que no renuncia a dar una consigna de voto a sus seguidores.

Pero lo hará no antes del miércoles por la noche, que es cuando está previsto el nuevo debate, esta vez a dos, entre los pretendientes socialistas al palacio del Elíseo, sede de la presidencia francesa.

Montebourg confirmó que escribirá una carta abierta a Hollande y a Aubry, pero alertó de que las cuestiones por él planteadas en las últimas semanas, en especial su reivindicación de luchar a favor de quienes califica como "perdedores de la mundialización", serán las que den la "clave de la victoria de la izquierda".

El guante lo estaba recogiendo en ese mismo instante Aubry en el otro canal de televisión: advirtió de que ella es "el cambio a la izquierda" que Francia necesita y ante las cámaras y en hora de máxima audiencia, como ha venido siendo de rigor en este proceso público al que se ha sometido el PS, se presentó a los franceses como "la primera presidenta" de la República.

Tanto Hollande como Aubry aludieron a uno de los temas de campaña que han llevado a Montebourg a la tercera posición de las primarias: cómo actuar con la banca en medio de una profunda crisis financiera que hace descubrir presuntos abusos en la gestión de esas instituciones.

Hollande explicó que admite la posibilidad de un cierto control del Estado en situaciones específicas y Aubry aseguró que en el PS "todos decimos lo mismo", sin entrar en detalles de cuál sería su actitud en caso de plantearse una hipotética intervención estatal en la banca.

"Tengo que ofrecer una coherencia a los franceses", se justificó Hollande para no mostrar más coincidencia con los postulados de Montebourg, aunque concedió que en la cuestión por la que destacó en su campaña el tercero -el eventual control estatal de la banca- estaría dispuesto a un "control parcial".

Y por eso mencionó el caso reciente del banco franco-belga-luxemburgués Dexia, que este pasado fin de semana ha sido objeto de un rescate concertado por parte de los tres países.

"Voy a leer con cuidado lo que nos escriba Montebourg", indicó el político socialista cuestionado por las indicaciones que el tercero en discordia pueda dirigirle a él y a Aubry de aquí al miércoles.

Y Hollande mostró respeto por las posiciones apoyadas en Montebourg por los electores que le dieron su voto el domingo e insistió en un llamamiento a "trabajar juntos" hacia la candidatura socialista en los comicios presidenciales de 2012.

Y en alusión a su antigua pareja, Royal, Hollande consideró, quizás no sin cierta frialdad, que, al relegarla a la cuarta posición en sus preferencias, los electores han demostrado que "en 2012 han querido renovación".

Aubry, por su parte, admitió una cierta "solidaridad femenina" con quien ya fue derrotada por un presidente, Nicolas Sarkozy, al que todos tienen en el punto de mira.

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