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Clara Rojas evita hablar de la actitud de Betancourt durante el secuestro

"Eso hay que preguntárselo a ella". Así se pronuncia la ex rehén de las FARC Clara Rojas  sobre el comportamiento de Betancourt con el resto de secuestrados. Rojas dio a luz en plena selva por cesárea y fue separada de su hijo, según explica en un relato sobre su dramático cautiverio.

L D (EFE) Tras casi seis años en manos de los terroristas de las FARC la colombiana Clara Rojas, de 45 años, tiene listo el libro de su vida en cautiverio, cuyo título no quiere desvelar, aunque adelanta que será publicado en abril.

La abogada fue secuestrada el 23 de febrero de 2002 junto a Ingrid Betancourt a 600 kilómetros al sur de Bogotá y reconoce que cuando los terroristas se llevaban a su compañera y ella preguntó: "¿adonde te llevan? ellos lo interpretaron de pronto que quería acompañarla" y la obligaron a marchar con ellos.

Con Betancourt "conviví un tiempo" y asegura que "digamos que ha habido muchas cosas (..) pero no voy a vivir de los pesares (..) y si en algún momento hubo algo trataré de superarlo". Cuando se le inquiere cómo se comportó Betancourt con el resto de los rehenes es tajante: "Eso si hay que preguntárselo a ella".

Clara Rojas, con una medalla en el pecho de la Virgen de Chiquinquirá de Boyacá, tiene aspecto frágil pero muestra un coraje de mujer bíblica y se crece con el correteo de su hijo Emmanuel, de 5 años, que concibió en una relación consentida con un terrorista al que prefiere dejar por ahora en el espesor de la jungla.

Clara Rojas parió en la selva el 16 de abril de 2004 mediante cesárea practicada con un cuchillo y los terroristas "hicieron todo su esfuerzo para asistirme. Estuve consciente hasta el último momento en que me pusieron la anestesia porque ya el dolor era muy fuerte", dice.

Pero cuando vio a su hijo "tan indefenso, tan solito, te sobrepones" -refiere- "porque tú tienes que estar bien para sacarlo adelante". Con el bebé a cuestas en condiciones nefandas el niño contrajo "lesmaniasis", una enfermedad infecciosa, y para combatirla había "que suministrarle una droga en el exterior".

A Rojas le dijeron que le tenían que separar de su hijo 15 días y accedió de inmediato, aunque pidió que "lo llevaran a la Cruz Roja Internacional y que a través de ella se lo entregaran a mi madre". "Nunca me hicieron caso y sólo pude verlo cuando me liberaron", explica.

Los tres años sin su hijo supusieron un "proceso durísimo". Y narra que si alguien pierde "a un niño dos minutos y se pega la angustia del siglo, imagínese tres años sin saber siquiera donde estaba. La angustia fue enorme."

Una vez liberada el 10 de enero de 2008, Clara Rojas se sometió a pruebas de ADN y se reencontró con Emmanuel, internado en el Instituto de Bienestar Familiar de Colombia, centro que inició el proceso de readaptación del niño y le explicó que se iba a reunir con su madre.

"En el momento en que él me ve, me dice: 'ay mamita qué emoción que por fin viniste por mi'. Me abraza y me da un beso y hasta el sol de hoy es un lucero de hombre porque entiende que está con su mamá". Preguntada si algún día explicará a su hijo lo ocurrido responde: "Cada día trae su afán. Está muy consciente de que mamá es su mamá y su papá y que esa es su vida".

 

Rutina durante el secuestro

Clara Rojas no se ha resentido ni física ni aparentemente psicológicamente de su cautiverio. Desde el momento en que entendió que estaba secuestrada, hizo todo lo posible para sobrevivir. "Hacía ejercicio, me levantaba temprano, limpiaba el área donde estábamos (..). Eso me permitió no sólo guardar la esperanza sino mantener la autoestima", pero ella lo pasó "muy mal".

"A mi lo que más me hacía falta eran dos cosas: el papel higiénico y la crema dental. Se sufre mucho, por eso es una alegría estar otra vez en la ciudad y dormir en una camita con las sábanas limpias y con pijama". Y es que en la jungla "como uno estaba caminando de un lado para el otro, pues una llega y le toca quedarse en una hamaca o en un plástico en el piso".

El pelo se lo cortaba "esporádicamente porque allá hacía mucho calor y no había champú" y la dieta fue espartana. "Durante seis años comí granos y en Colombia que tenemos tantas frutas. El manjar que más extrañaba era el jugo de naranja al desayuno y las frutas y las verduras"

Clara Rojas no considera sin embargo que los miembros de las FARC sean terroristas, "me di cuenta que son seres humanos, que sufren, que son vulnerables. Lo único que se necesita es pensar en estrategias para que las FARC entiendan que el secuestro es una actitud que no les conviene ni a ellos ni a la humanidad en su conjunto".

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