L D (EFE) A falta de tres escaños por otorgar, los resultados no oficiales ofrecidos por las televisiones japonesas concedían 50 escaños al PDJ, 11 más que en los anteriores comicios en 2001, mientras que el PLD obtendría 48 senadores, por lo que perdería dos.
Según la agencia Kyodo la formación de Koizumi, pese a que mantiene la mayoría en el Senado, gracias a los 10 senadores obtenidos por su socio el Nuevo Komeito, de tendencia budista, ha fracasado en su objetivo de hacerse con 51 escaños. El descalabro de las elecciones, en las que sólo se renovaba la mitad de los 242 escaños del Senado, se lo apuntó el Partido Comunista (PCJ), al lograr sólo 3 senadores y perder 9. Aunque de escasa relevancia en la práctica, puesto que se trataba de renovar la mitad del hemiciclo del Senado, la cámara de menor importancia en el Parlamento, los comicios resultaban muy significativos al tomarse como un refrendo a la gestión del primer ministro.
El líder del PDJ, Katsuya Okada, lo dejó bien claro en sus primeras manifestaciones en la noche electoral a la televisión pública NHK, al afirmar que los votantes han dicho "no" a la política de Junichiro Koizumi, porque "sienten que esta vez ha ido demasiado lejos". Okada aludió a los dos asuntos candentes que en los últimos meses han difuminado el aura de político intocable del jefe del ejecutivo japonés: la controvertida reforma de las pensiones y el envío de tropas japonesas a Irak.
En declaraciones al mismo medio, Koizumi reconoció que el retroceso de su partido se debía a esos motivos pero señaló que no tiene pensado disolver la Cámara de Diputados en un futuro próximo, ni dimitir y que mientras su partido mantenga la mayoría en ambas Cámaras seguirá con las reformas que prometió. El mandatario de voluminosa melena cana sigue haciendo gala de un carisma sin parangón en el panorama político japonés y además cuenta con los favores de la economía del país, cuya recuperación tras más de una década de crisis se da por hecho y con golpes de efecto.
Sin embargo los sondeos han comenzado a mostrar una actitud mucho más crítica de la opinión pública en torno a su gestión, hasta tal punto que llenaron de nubarrones los días previos a los comicios al situarse la popularidad de Koizumi en sus niveles más bajos en sus tres años y tres meses al frente del Gobierno.
La presencia de las tropas en Irak, desde comienzos de año, en labores humanitarias y de reconstrucción, y el anuncio de que la estancia del contingente va para largo, al dar el Gobierno su visto bueno para incluirlo en la fuerza multinacional de la ONU, ha causado malestar en amplios sectores de opinión japoneses. El PDJ, que se muestra contrario a estas medidas y aboga por un regreso de los soldados, ha sacado del conflicto de Irak y de la reforma de las pensiones una elevada rentabilidad, y en concreto Katsuya Okada, que tomó las riendas del partido hace escasamente dos meses, en sustitución de Kan. El ascenso de este partido hace entrever la posibilidad de que el país camine hacia el bipartidismo y plante cara al PLD, el partido hegemónico en Japón prácticamente las últimas cinco décadas.
