
L D (EFE) El teniente coronel estadounidense Peter Jones, presente en el lugar de la explosión, dijo que podría haber algunos ciudadanos occidentales alojados en el hotel, entre ellos, civiles norteamericanos, aunque el establecimiento alberga sobre todo a iraquíes y a algunos egipcios. Lo cierto es que entre los heriudos se encuentran dos ciudadanos británicos.
El hotel destruido se encuentra en las proximidades de la céntrica plaza de Al Andalus, en el barrio de Karrada, una zona muy comercial de la capital iraquí. Los cristales de los comercios de los alrededores saltaron por los aires y varios coches ardieron por efecto de la onda expansiva.
Varios vecinos relataron como la gente que se encontraba en la calle en ese momento cayó de bruces al suelo a consecuencia de la explosión. Era imposible acceder a la zona de la explosión porque los escombros cegaron los accesos desde uno de los extremos, mientras que el otro lado de la calle se había convertido en un infierno de llamas. Los coches de bomberos sólo han podido llegar delante del hotel cuando docenas de soldados estadounidenses han desalojado a los curiosos y a los periodistas de las calles de los alrededores.
Algunos efectivos de la Policía sacaron varios cadáveres de entre los escombros, aunque las ambulancias han tenido muy difícil acceso. Se da la circunstancia de que a menos de 200 metros se encuentra un centro de entrenamiento de la nueva policía secreta iraquí. La explosión ha reventado varias cañerías, lo que ha provocado la inundación de las calles dificultando el paso. Una hora después de la explosión los equipos de socorro aún sacaban cuerpos de debajo de los escombros y las ambulancias se afanaban por evacuar a los heridos a diversos hospitales.
El hotel destruido se encuentra en las proximidades de la céntrica plaza de Al Andalus, en el barrio de Karrada, una zona muy comercial de la capital iraquí. Los cristales de los comercios de los alrededores saltaron por los aires y varios coches ardieron por efecto de la onda expansiva.
Varios vecinos relataron como la gente que se encontraba en la calle en ese momento cayó de bruces al suelo a consecuencia de la explosión. Era imposible acceder a la zona de la explosión porque los escombros cegaron los accesos desde uno de los extremos, mientras que el otro lado de la calle se había convertido en un infierno de llamas. Los coches de bomberos sólo han podido llegar delante del hotel cuando docenas de soldados estadounidenses han desalojado a los curiosos y a los periodistas de las calles de los alrededores.
Algunos efectivos de la Policía sacaron varios cadáveres de entre los escombros, aunque las ambulancias han tenido muy difícil acceso. Se da la circunstancia de que a menos de 200 metros se encuentra un centro de entrenamiento de la nueva policía secreta iraquí. La explosión ha reventado varias cañerías, lo que ha provocado la inundación de las calles dificultando el paso. Una hora después de la explosión los equipos de socorro aún sacaban cuerpos de debajo de los escombros y las ambulancias se afanaban por evacuar a los heridos a diversos hospitales.
