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El auténtico rostro del etarra que ahora pide humanidad

"Que se muera de hambre ese carcelero" decía Bolinaga. Y casi lo consigue. Precisamente, el mismo que ahora pide "humanidad". 

"Que se muera de hambre ese carcelero" decía Bolinaga. Y casi lo consigue. Precisamente, el mismo que ahora pide "humanidad". 

Jesús María Uribetxeberria Bolinaga, alias Boli, el carcelero de Ortega Lara continúa con su huelga de hambre. El etarra, enfermo de cáncer, pide ser excarcelado para pasar sus últimos momentos junto a su familia, demandando "un trato digno" para él. Como destacó Santiago Abascal en esRadio, es sorprendente que ahora, en el final de su vida, el etarra apele a la dignidad cuando "no han vivido dignamente" .

El presidente de DENAES aludió no sólo al secuestro de Ortega Lara, sino a las vergonzosas condiciones en la que los asesinos le obligaron a pasar más de un año y medio. El etarra que hoy pide un trato humano para superar su enfermedad le inflingió todo tipo de indecibles torturas, llegando a negarse a desvelar el paradero del funcionario de prisiones: "Que se muera de hambre ese carcelero", dijo en 1997, cuando la Guardia Civil le interrogó y mientras Lara permanecía encerrado en un armario empotrado que, como recuerda hoy ABC, apenas tenía tres metros de largo, dos y medio de ancho y 180 centímetros de alto. Allí pasó más de 500 días.

Bolinaga quería dejar morir a Ortega en ese agujero. Ni rastro de remordimientos, de dignidad, o de esa humanidad que hoy reclama. Por eso, se negó a colaborar en la localización de su paradero, resistiéndose a dar más información que permitiera encontrarle con vida. "Pretendrían dejarle morir de hambre si no lo encontraba la Guardia Civil. Más que tratar como una bestia a Ortega, son unos bestias los que son capaces de hacer una cosa así" dijo el entonces ministro del Interior Jaime Mayor Oreja.

La crueldad del etarra, hoy enfermo de cáncer, fue escalofriante. Ni siquiera vigilaba a Lara a diario. Sólo hacía acto de presencia para tirarle frutas y verduras. "Como bestias, actuaban como bestias con el funcionario y es evidente que han perdido todo referente moral", decía, apesadumbrado el teniente coronel Jefe que dirigió la operación de la liberación.

Otro de los episodios de la vida de Bolinaga que revelan a la perfección su escasa dignidad fue lo ocurrido en el traslado a Madrid tras su detención por el secuestro. Viajaba en la parte trasera del coche, esposado, y con un agente a cada lado. En un momento del trayecto hacia Madrid, el vehículo rebasó a dos motoristas de la Guardia Civil, y Bolinaga trató de "morir matando". Se abalanzó sobre el conductor con la intención de chocar contra las dos motocicletas y acabar con la vida de todos los agentes. Afortunadamente, no resultó. Aunque tampoco sería la primera vez que Bolinaga acababa con la vida de unos guardias civiles: también asesinó a los agentes Mario Leal Vaquero, Antonio López y Pedro Galmares.  

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