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LA SENTENCIA DEL 11-M

Con el único ánimo de conocer la verdad

L D (Javier Somalo) ¿Había gas en los pulmones de los suicidas? La pregunta queda respondida en una prueba pericial, dice la sentencia. Acudamos a la pericial: No se ha encontrado gas en los pulmones de los suicidas porque no se ha buscado gas en los pulmones de los suicidas porque no había razones para buscarlo (no es textual pero casi). Resuelto.
 
Más cosas: El tribunal no asume que los terroristas se desplazaran con los explosivos en una furgoneta Kangoo pero considera un “hecho probado” que se desplazaron en la Kangoo con los explosivos.
 
Seguimos: El tribunal no se inclina por ninguna de las tesis esgrimidas por los peritos de explosivos que convocó el propio tribunal. Habríamos sabido el tipo de explosivo que se utilizó si se hubiera remitido un informe del análisis realizado en los focos de explosión el mismo día de los atentados. La química de los TEDAX no lo hizo pero nos vale con los apuntes “pasados a limpio” que nos mandó años después, con los vagones ya desguazados y reciclados.
 
Con la pátina jurídica que requiere la ocasión, esta es la forma en la que la sentencia responde a algunas dudas básicas planteadas durante el juicio. En demasiadas ocasiones el juez achaca a impericia de los abogados el no haber llegado a hincar el diente al caso. Como no me dicen ustedes qué consecuencias o efectos jurídicos tiene para su cliente lo que me piden, pues lo descarto, que hay prisa. Sin embargo, la sentencia se emplea a fondo en adjetivar la oscura intención de una presunta mano negra “maquiavélica” que se supone que citan algunas defensas y acusaciones. Mucha tinta para unas cosas y muy poca para otras.
 
Durante las sesiones orales en la Casa de Campo el presidente del Tribunal dio excelentes muestras de pragmatismo al resumir los circunloquios de testigos, acusados, peritos y defensas: “¿Lo que usted quiere decir es que...? ¡Pues dígalo!”. Pero en la sentencia, el juez se ha ahorrado todos esos esfuerzos y ha resuelto el caso con un pretendido criterio científico. Pues con ese mismo espíritu y con el único ánimo de conocer la verdad la hemos leído y empezamos a anotar los errores, que los hay. El respeto por las sentencias judiciales se demuestra conociéndolas y comprobando si se ajustan, como dijo Guevara, al menos a la verdad judicial. Pero es que ni eso.
 
– La bolsa de basura con explosivo de la mochila de Vallecas es igual a la hallada en la Kangoo, en Morata, en Leganés... Lo dice la pericial 68.
 
Pues no. No dice eso. Y si se nos pide qué efectos jurídicos pretendemos conseguir con tal aserto –eso es lo que, según la sentencia, no han hecho los abogados– habrá que contestar lo de siempre: que la mochila de Vallecas existe –vaya que si existe– y que es una prueba, sí, pero falsa y colocada, luego nula.Y hay más.

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