L D (EFE)
El tribunal considera probado que "Sebas" participó en el atentado junto con otros cuatro etarras, unos de los cuales murió en el tiroteo que se produjo durante el mismo. Según el escrito, los cinco terroristas formaban el "grupo Vizcaya" y decidieron en junio de 1982, siguiendo instrucciones de la dirección de ETA, matar a Aibar, para lo cual, en los días anteriores al asesinato, siguieron a la víctima y comprobaron que acudía tres veces por semana a un bar de Baracaldo.
La jornada del atentado, los cinco se reunieron procedentes de varios pisos francos que poseían en Bilbao, Baracaldo y Algorta, en la estación de tren de Baracaldo. Entonces, dos de ellos se fueron con el propósito de apoderarse de un coche para facilitar su huida después del asesinato y se subieron así a un Seat 127 ocupado por su conductor, al cual encañonaron y pidieron que les condujera hasta la oficina de Correos, donde se reunieron con otros dos miembros del grupo.
Los cuatro montaron en el vehículo y expulsaron a su ocupante, a quien avisaron de que no denunciara los hechos hasta una hora después. La sentencia relata que Echaniz era quien conducía el automóvil, y que, tras recoger al quinto miembro del grupo, se dirigió hacia el bar, momento en el cual los otros cuatro etarras bajaron del coche y se introdujeron en el establecimiento, mientras que Echániz esperaba dentro del vehículo.
Añade que una vez dentro del local, los cuatro se acercaron a Aibar, "que se encontraba sentado de espaldas a ellos jugando una partida de cartas", y le dispararon varias veces de forma "sorpresiva". Ocho de las balas le alcanzaron en zonas vitales y le produjeron la muerte de forma inmediata. Durante el tiroteo, uno de los etarras disparó a un compañero del grupo causándole la muerte y otro terrorista resultó herido grave.
Después del atentado, los tres etarras que seguían con vida se montaron en el Seat 127, donde les esperaba Echaniz, quien les condujo hasta un piso donde un médico curó al herido de sus lesiones. Echaniz abandonó entonces el piso y se fue al que ocupaba en Bilbao, desde donde llamó "a su responsable en Francia" para contarle lo sucedido y recibir instrucciones, y pasados unos quince días le condujeron a Bayona, desde donde huyó en un principio a Nicaragua y luego a Venezuela.
En la sentencia, el Tribunal da crédito a las declaraciones de Echaniz ante la Policía y ante el juez de 1993 y 2002, respectivamente, en las cuales reconoció su pertenencia a ETA y su implicación en el atentado de Aibar, extremos que negó durante la vista celebrada en la Audiencia Nacional, aunque lo hizo, a juicio del Tribunal, con "respuestas vagas". Tampoco ofrece credibilidad a las declaraciones de los otros tres etarras que participaron en el atentado y que ya fueron juzgados por estos hechos, los cuales dijeron haber conocido a Echaniz hacía unos meses, con el propósito, según la resolución, de exculpar al acusado.
La jornada del atentado, los cinco se reunieron procedentes de varios pisos francos que poseían en Bilbao, Baracaldo y Algorta, en la estación de tren de Baracaldo. Entonces, dos de ellos se fueron con el propósito de apoderarse de un coche para facilitar su huida después del asesinato y se subieron así a un Seat 127 ocupado por su conductor, al cual encañonaron y pidieron que les condujera hasta la oficina de Correos, donde se reunieron con otros dos miembros del grupo.
Los cuatro montaron en el vehículo y expulsaron a su ocupante, a quien avisaron de que no denunciara los hechos hasta una hora después. La sentencia relata que Echaniz era quien conducía el automóvil, y que, tras recoger al quinto miembro del grupo, se dirigió hacia el bar, momento en el cual los otros cuatro etarras bajaron del coche y se introdujeron en el establecimiento, mientras que Echániz esperaba dentro del vehículo.
Añade que una vez dentro del local, los cuatro se acercaron a Aibar, "que se encontraba sentado de espaldas a ellos jugando una partida de cartas", y le dispararon varias veces de forma "sorpresiva". Ocho de las balas le alcanzaron en zonas vitales y le produjeron la muerte de forma inmediata. Durante el tiroteo, uno de los etarras disparó a un compañero del grupo causándole la muerte y otro terrorista resultó herido grave.
Después del atentado, los tres etarras que seguían con vida se montaron en el Seat 127, donde les esperaba Echaniz, quien les condujo hasta un piso donde un médico curó al herido de sus lesiones. Echaniz abandonó entonces el piso y se fue al que ocupaba en Bilbao, desde donde llamó "a su responsable en Francia" para contarle lo sucedido y recibir instrucciones, y pasados unos quince días le condujeron a Bayona, desde donde huyó en un principio a Nicaragua y luego a Venezuela.
En la sentencia, el Tribunal da crédito a las declaraciones de Echaniz ante la Policía y ante el juez de 1993 y 2002, respectivamente, en las cuales reconoció su pertenencia a ETA y su implicación en el atentado de Aibar, extremos que negó durante la vista celebrada en la Audiencia Nacional, aunque lo hizo, a juicio del Tribunal, con "respuestas vagas". Tampoco ofrece credibilidad a las declaraciones de los otros tres etarras que participaron en el atentado y que ya fueron juzgados por estos hechos, los cuales dijeron haber conocido a Echaniz hacía unos meses, con el propósito, según la resolución, de exculpar al acusado.
