L D (EFE) "Pasos Perdidos" es una novela escrita en primera persona y, aunque relata la experiencia personal del autor, no tiene nombres propios ni de lugares ni fechas "para que se entienda que en ella está la propia amarga experiencia de todas las víctimas" del terrorismo, dijo.
Martínez fue uno de los 35 heridos –la mayoría, británicos– en la explosión de una bomba de ETA ocurrida el 20 de julio de 1996 en el aeropuerto de Reus. A los 40 años, siendo oficial de la Guardia Civil, las heridas le supusieron la incapacidad permanente. Tras unos primeros años de "ostracismo" y depresión, en los que vio su trayectoria profesional, su vida y vocación frustradas, y su familia desestructurada, decidió soltar la amargura trasladándola a las páginas de un libro.
Aunque rememorar aquel día fue duro, y aunque hay imágenes que siempre vuelven a su pesadilla, como "la cara de un niño llena de espanto (...) conforme iba escribiendo folios, iba sintiendo también un desahogo pensando: estoy haciendo algo bueno", relató. Su "obsesión", dijo, era que la sociedad y la Administración sean realmente conscientes de qué es una víctima del terrorismo, algo que él mismo confiesa que ignoraba antes del atentado.
En la presentación de su novela, Martínez estuvo acompañado por la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Ana María Vidal Abarca, y por Belén Pulgar, de la oficina de atención a víctimas del Ministerio del Interior, dos personas a las que él ha estado muy próximo en estos años. Sin embargo, el Alto Comisionado para las Víctimas de terrorismo, Gregorio Peces Barba, no acudió al acto de presentación.
Pulgar destacó la pasión que Martínez sentía por la Guardia Civil y cómo ETA "truncó su vida" causándole una "doble herida", además de las físicas: la "exclusión de su mundo" y el "sentimiento de culpabilidad" por no haber podido evitar el atentado. Vidal Abarca recordó los "años oscuros en los que se silenciaba" la desgracia de las víctimas y previó un futuro en el que éstas recibirán la "satisfacción moral" de que se sepa no sólo quién mató, sino quiénes apoyaron y subvencionaron el terrorismo y quién "miró para otro lado". "Nos vamos a encargar de sacarlo a la luz", prometió la ex presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), de la que Martínez, nacido en Murcia, es actualmente delegado en Tarragona.
Otras víctimas de ETA acudieron a la presentación del libro y plantearon que perciben un "retroceso" en su situación, opinión que Martínez no compartió, al tiempo que consideró que las "polémicas" actuales "pasarán". Confesó su "rabia e indignación" por la situación en el País Vasco, donde los "verdaderos héroes" van con escolta "mientras a los asesinos los nombran hijos predilectos".
Martínez fue uno de los 35 heridos –la mayoría, británicos– en la explosión de una bomba de ETA ocurrida el 20 de julio de 1996 en el aeropuerto de Reus. A los 40 años, siendo oficial de la Guardia Civil, las heridas le supusieron la incapacidad permanente. Tras unos primeros años de "ostracismo" y depresión, en los que vio su trayectoria profesional, su vida y vocación frustradas, y su familia desestructurada, decidió soltar la amargura trasladándola a las páginas de un libro.
Aunque rememorar aquel día fue duro, y aunque hay imágenes que siempre vuelven a su pesadilla, como "la cara de un niño llena de espanto (...) conforme iba escribiendo folios, iba sintiendo también un desahogo pensando: estoy haciendo algo bueno", relató. Su "obsesión", dijo, era que la sociedad y la Administración sean realmente conscientes de qué es una víctima del terrorismo, algo que él mismo confiesa que ignoraba antes del atentado.
En la presentación de su novela, Martínez estuvo acompañado por la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Ana María Vidal Abarca, y por Belén Pulgar, de la oficina de atención a víctimas del Ministerio del Interior, dos personas a las que él ha estado muy próximo en estos años. Sin embargo, el Alto Comisionado para las Víctimas de terrorismo, Gregorio Peces Barba, no acudió al acto de presentación.
Pulgar destacó la pasión que Martínez sentía por la Guardia Civil y cómo ETA "truncó su vida" causándole una "doble herida", además de las físicas: la "exclusión de su mundo" y el "sentimiento de culpabilidad" por no haber podido evitar el atentado. Vidal Abarca recordó los "años oscuros en los que se silenciaba" la desgracia de las víctimas y previó un futuro en el que éstas recibirán la "satisfacción moral" de que se sepa no sólo quién mató, sino quiénes apoyaron y subvencionaron el terrorismo y quién "miró para otro lado". "Nos vamos a encargar de sacarlo a la luz", prometió la ex presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), de la que Martínez, nacido en Murcia, es actualmente delegado en Tarragona.
Otras víctimas de ETA acudieron a la presentación del libro y plantearon que perciben un "retroceso" en su situación, opinión que Martínez no compartió, al tiempo que consideró que las "polémicas" actuales "pasarán". Confesó su "rabia e indignación" por la situación en el País Vasco, donde los "verdaderos héroes" van con escolta "mientras a los asesinos los nombran hijos predilectos".