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"He estado a punto de no dominar mis sentimientos"

A María Teresa Fernández de la Vega se le quebraba la voz, dejando ver lo difícil que es para ella su salida del Ejecutivo. Ha sido un acto emotivo con el que ha querido pisar por última vez la sala de prensa en la que viernes tras viernes ha comparecido durante los últimos seis años y medio.

"Hablar es fácil. Acertar en decir lo que se piensa ya no es tan sencillo, pero si de los que se trata es de expresar lo que se siente, y es tanto lo que se siente, ahí empiezan las dificultades". Terminada su alocución le recibía una ovación cerrada de colaboradores y algunos periodistas, y se daba paso al turno de preguntas. "Un par de preguntitas sólo ¿eh?", se reía la vicepresidenta.

Y es que le costaba aguantar el tipo, pero más difícil lo tenía después. Concluido el acto, los fotógrafos le han obsequiado un ramo de rosas rojas. "'¡Pero bueno!, ¡pero bueno!", se sorprendía. Y entonces ella ha tenido su gesto hacia la prensa, con la que se enfrentaba, con sus más y sus menos, cada viernes en Moncloa."Un vinito y un piscolabis" preparado en la sala contigua, al lado de la cafetería.

Allí, lejos de cámaras y focos ha sido donde De la Vega ha dejado correr más la emoción. A la vicepresidenta saliente se le escapaban algunas lágrimas al hablar con los periodistas que le han seguido durante las dos legislaturas del Gobierno socialista. "He estado a punto de no dominar mis sentimientos", se reía. Y tras la emoción, la autocrítica: "Hay veces que sabes que lo haces mejor y otras que lo haces peor...".

Lo que más interesaba a la prensa era la llamada del presidente el pasado domingo: "¿le sorprendió?", le interpelaban. "No. Yo hable muchas veces con el Presidente. Y yo le había animado varias veces a hacer cambios" porque como vicepresidenta política"siempre le he dicho las cosas". Y remataba: "siempre se tiene que estar con la maleta hecha". De la Vega explicaba que ahora le toca una etapa de "más reflexión en el Consejo de Estado", pero prometía que no está cansada porque "la política se lleva dentro".

Pero, como todos, se lleva en la maleta recuerdos buenos y malos. "He pasado el peor mes de agosto de mi vida", apuntaba citando las muertes de los guardias civiles en Afganistán acaecidas en el verano y la liberación de los dos cooperantes secuestrados en Mauritania. Pero añadía que este "proyecto siempre ha merecido la pena, incluso en los momentos más duros". Entre los mejores momentos la vicepresidenta ha incluido la Ley de Igualdad y las políticas a las mujeres, y ha atribuido a Zapatero el que ella haya sido la primera vicepresidenta y haya presidido en ocasiones los Consejos de ministros.


Seis horas con Rubalcaba

Durante el acto no ha tenido una sola palabra sobre el que coge el testigo: Alfredo Pérez Rubalcaba, con quien ayer estuvo reunida "durante seis horas, ¡estoy agotada!". Y otras cuatro esta mañana con Ramón Jáuregui, nuevo ministro de Presidencia, para "intercambiar impresiones".

Sobre su futuro inmediato, De la Vega ha desvelado que el próximo martes irá "a despedirse" de sus compañeros del grupo socialista. "Y después a Valencia", donde fue elegida diputada. "El Congreso lo voy a echar de menos porque es el centro del debate político", señalaba con nostalgia. Lo que ha prometido que no va a abandonar es el viaje de encuentro de mujeres España-África. "Eso va a continuar".

Su abandono de la primera línea de la política tiene también una parte positiva: recuperar las aficiones olvidadas. "Quiero recuperar la lectura y el cine, porque aquí el trabajo es muy intenso". Aunque antes se va a tomar unos días de descanso en Valencia.
 

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