LD (V. Gago) La figura histórica de Felipe González ha empezado a experimentar un curioso proceso de rehabilitación en el discurso de los portavoces del PP y de su magín ideológico, la fundación FAES. El cambio se abre paso lentamente, aunque con revisiones del personaje, y de su etapa, lo bastante significativas como para intentar explicarlo.
Una nueva doctrina se consolida, no sólo en el repertorio argumental del PP, sino en FAES, su núcleo de pensamiento supuestamente más riguroso. Una de las últimas entregas de los Papeles, publicada el pasado 18 de febrero, traza un perfil político de José Luis Rodríguez Zapatero. "La cara dura del socialismo español", lo retrata Miquel Porta Perales, autor del folleto.
La tesis del pasquín es que el "socialismo de José Luis Rodríguez Zapatero es una peculiar combinación de pensamiento indoloro y populismo sonriente que es la expresión –renovada– de la cara dura del socialismo español".
No hay gran novedad en este enfoque, similar a la conclusión que puede desprenderse del aluvión de literatura crítica dedicada al personaje en los últimos cuatro años.
Lo nuevo es que se inscribe a Rodríguez Zapatero en una tradición de radicalismo y ruptura característica del PSOE, de la que el autor del folleto de FAES indulta explícitamente, sin embargo, a Felipe González.
Porta Perales repasa la historia de moderación y extremismo del PSOE como una aleccionadora parábola de oportunismo y falta de escrúpulos. Después de registrar meticulosamente los episodios menos edificantes de la historia socialista –su apuesta por la lucha de clases a finales del XIX, su colaboración con la dictadura de Primo de Rivera, su apoyo a la llamada Revolución de Asturias de 1934,...–, el folleto de FAES se permite un gap o suspensión del juicio con los trece años de Felipe González al frente del Gobierno, una de las etapas más siniestras y corruptas de la historia contemporánea, en la que no faltan muestras de conductas radicales, como el célebre de Alfonso Guerra: "Montesquieu ha muerto".
Del PSOE de la Transición, liderado por González, FAES dice que "jugó un papel importante en el proceso de consolidación de la democracia y la Monarquía, de cicatrización de las heridas de la Guerra Civil, de superación de la crisis económica, de cohesión territorial y social, de definición de la estructura autonómica del Estado, de modernización e incorporación de España a la Unión Europea".
De este favorable balance del liderazgo de González se han limpiado, como por arte de magia, el acoso y derribo a Adolfo Suárez –fuente de inspiración del estilo de oposición de Zapatero a José María Aznar–, los GAL, la corrupción o el paro desbocado. Sin embargo, sin el modelo de González, no se comprende el papel histórico de José Luis Rodríguez Zapatero ni las prácticas contra la libertad del PSOE actual. Zapatero no existiría en la historia de España sin el ejemplo de Felipe González; algo que, por otra parte, el propio Zapatero no se cansa de repetir últimamente, sin que ese indicio invite a la derecha institucional a revisar su doctrina emergente.
En el PP, la rehabilitación de González viene manifestándose en público, al menos, desde el pasado 6 de octubre, fecha de la que el lehendakari Juan José Ibarretxe anunció un referéndum de autodeterminación para octubre de 2008.
Rajoy evocó con nostalgia la tradición de consensos de la Transición, seguida, a su juicio, por "Suárez, Calvo Sotelo, don Felipe González [sic] y Aznar" [despacho de la agencia Efe, 6 de octubre de 2007
El 14 de diciembre, fecha en la que la Unión Europea, a propuesta del presidente francés Nicolás Sarkozy, designó al ex presidente español para liderar un Grupo de Sabios que deberá dictaminar sobre el futuro de la Unión, Mariano Rajoy comentó, desde Buenos Aires: "El nombramiento de Felipe González (...) me parece muy bien. Es un dirigente político con experiencia y conocimiento" –despacho de la agencia Efe del 14 de diciembre de 2007–.
Cinco días después, el presidente del PP insistía en su satisfacción por el nombramiento de González, al que comparaba con Rodríguez Zapatero: "Es una honra para España. Ha demostrado que tiene ideas, no todas buenas –ha añadido– pero, al menos, sí las tiene y confío en que algunas se puedan aprovechar" [despacho de Efe, 19 de diciembre de 2007]
A tenor de estos ejemplos, la rehabilitación de González parece responder al intento de presentarle como un ejemplo de moderación, frente al radicalismo de Zapatero. Para hacer malo al actual presidente, han convertido en bueno a su antecesor socialista, que no deja de insultar a los dirigentes del PP y de airear su resentimiento con quienes, en su día, denunciaron la corrupción de su Gobierno y criticaron sus políticas públicas. Una conducta habitual en el PP consiste en buscar focos de legitimidad ideológica de la izquierda, pensando, quizá, que la otra parte corresponderá con una tolerancia democrática a la derecha.
Para ver si esta vez hay suerte, en el PP y en FAES prueban a rehabilitar a González.
Oh tiempos, oh costumbres, diría el clásico.
