Es posible que Aznar, Rato y Cañete sueñen y tengan pesadillas con tractores, interminables caravanas de tractores que avanzan implacables. Es evidente que estos tractores de la protesta no hacen caso al consejo de don Rodrigo, sobre la conveniencia de ahorrar combustible para afrontar los precios más altos del gasóleo. Los propietarios de tractores salen a las carreteras y llegan a las ciudades, desde hoy mismo, decididos a gastar ese último cartucho en la seguridad de que resultará rentable su esfuerzo, y por más que puedan provocar enfados inenarrables al ciudadano que un día padece la vuelta ciclista, otro día “disfruta” del día sin coches, y el tercero choca con la protesta de turno, en la atribulada Villa y Corte de todos los quejosos.
Seguramente la tractorada resultará rentable al sufrido dueño del tractor, y su ruido de fondo estará presente en las negociaciones que en Hacienda se llevan a cabo, sin prisa y sin pausa, con campesinos y transportistas.
Faltan los ciudadanos sin tractor, que esos pagarán siempre el combustible propio y parte del ajeno...
Tractores a miles
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