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Diana Molineaux

Una caja de Pandora

La decisión de algunos votantes de la Florida de denunciar el proceso electoral del martes ha desencadenado un proceso que puede desatar una cascada de juicios y polarizará el país de una forma que tan sólo los propios candidatos pueden impedir.

Veinticuatro horas después de la denuncia de la Florida, un senador de Missouri ha presentado una acusación contra el Partido Demócrata de su estado, que intentó y consiguió, brevemente, mantener abiertos los locales electorales en zonas de población demócrata después de la hora prevista para el cierre. El senador Bond asegura que hay evidencia de intención de fraude y, si bien no afecta a George Bush que ganó en Missouri, sí puede tener consecuencias en el Senado, pues es precisamente en Missouri donde ganó el escaño un muerto. El senador Ashcroft, que perdió ante el gobernador demócrata recientemente fallecido, renunció a tomar acción legal para no dividir al electorado, pero las acciones en la Florida han convencido a otros republicanos a seguir otro curso.

Algo semejante puede ocurrir en varios lugares del país, en contraste marcado con la elección de 1960, igualmente reñida, ganada por Kennedy gracias a un puñado de votos obtenidos posiblemente mediante fraude: Nixon renunció a impugnar el resultado para no dividir al país.

Más graves son las tensiones que empiezan a surgir en el distrito de West Palm Beach, el único lugar en que miles de votantes aseguran haberse equivocado al votar. Aunque allí hay evidencia de error y desorientación de los votantes, pero no de fraude, el predicador negro Jesse Jackson acudió raudo a agitar los ánimos a este distrito donde se suceden las manifestaciones en petición de un nuevo voto.

Ni siquera es tan claro que los 3400 votos en favor del conservador Buchanan sean por error. En este distrito, de predominio demócrata, hay más de 16.000 personas registradas por partidos independientes.

Las leyes electorales son competencia de los estados y no del gobierno federal y, en la Florida, se contempla la posibilidad de un voto en un distrito determinado. Pero si el nombramiento de un nuevo presidente depende del segundo sufragio de unos electores que saben ya cómo ha votado el resto del país, y conocen perfectamente la consecuencia inmediata de su voto, este hecho añadirá más aún a la polarización que empieza a apuntarse.

Las declaraciones de los asesores de Gore echaron más leña al fuego: denunciaron las "irregularidades" del proceso, con la insinuación de fraude, y acusaron de "arrogancia" a Bush, quien aún confía en llegar a la Casa Blanca dentro de 11 semanas, por empezar a buscar el equipo para el futuro gobierno. La reacción llegó rápidamente de un portavoz de Bush, insinuando que Gore impugna los resultados que no le gustan, "a expensas de nuestra democracia".

Con nuevos recuentos en varios estados que dan esperanzas a Bush en invertir los resultados en Iowa y Nuevo México, hay que temer que la confusión se prolongará y aumentará.

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