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Alberto Míguez

La hora de los jueces

El rifirrafe electoral Bush-Gore puede extenderse hasta que los plazos legales de recuento concluyan (17 de noviembre para el voto por correo) pero podría suceder que el asunto cayese en manos de jueces y fiscales dado que por allí –Florida- merodean ya decenas de abogados.

Y en Estados Unidos, como aquí, donde están los abogados, hay mucha tela que cortar. O mucho me equivoco o el conflicto se judicializará. Y lo peor que podría ocurrirle a los candidatos sería precisamente que se iniciasen procedimientos en diversos juzgados por un quítame allá un voto. Eso puede tardar siglos y el horno no está para bollos. La solución al actual bloqueo debería ser rápida. Digo “debería” pero no estoy seguro de que así sea: no hay que excluir que tras el recuento venga la instrucción y tras la instrucción, juicios, sentencias, recursos, contra-recursos y más recursos a instancias superiores.

Decía el otro día Federico Jiménez Losantos que Estados Unidos es el país del mundo donde hay más abogados por kilómetro cuadrado y que la profesión es una de las más rentables y prósperas. Tal evidencia tiene, como se dice ahora, varias lecturas: los excesos judiciales son carísimos y el laberinto judicial, inextricable. Pero el imperio de la ley nadie lo discute aunque pueda ser objeto de mil interpretaciones.

Miseria y grandeza del Estado de Derecho. En Cuba, por ejemplo, no tienen esos problemas. La hora de los jueces puede estar próxima. En las actuales circunstancias parece inevitable pero ¿es deseable para la comunidad y el futuro de la democracia?