El día que echaron a Cruyff del Barça fue un buen día para los
"anti-barcelonistas". Dicen las lenguas de doble filo que el holandés es un pesetero, pero en cualquier caso es el pesetero con las ideas futbolísticas más claras del mundo. El día que le pusieron de patitas en las Ramblas, de mala manera, por la puerta de atrás y con cajas destempladas, el único proyecto deportivo serio y solvente que ha tenido ese club en los últimos treinta años se vino abajo como un castillo de naipes.
No es ya que con Cruyff en el banquillo el Barcelona jugara como los mismísimos ángeles, de memoria; tampoco me refiero a que con Cruyff como entrenador el Barça ganara su única Copa de Europa; ni siquiera hablo ya de lo que aquel equipo significó en su día, de lo que el "dream team" ha supuesto en la historia reciente del club. Johan Cruyff llegó al Barcelona con la misión de dotar de la seriedad mínima e imprescindible a un club grande por naturaleza. Lo hizo mientras tuvo libertad. El día que Núñez
encargó a Gaspart que le largara, ese día fue grande para los enemigos de "Can-Barça".
Desde que Cruyff dejó de ser el "boss", el Barcelona ha ido dando tumbos erráticos. Los sucesivos suplentes que le han buscado (aún ganando algún título) no han conectado con la afición azulgrana; algunos casos extremos - y me refiero a Van Gaal - se fueron como vinieron, no sólo sin conectar con los socios, sino sin tener ni puñetera idea de qué representa el Barcelona para Cataluña y para España.
A propósito de la eliminación en la primera fase de la Copa de Europa, el Barça corrobora de nuevo que abandonar el "patrón-Cruyff" no fue una buena idea. Siendo un buen técnico, Lorenzo Serra Ferrer no estará nunca a la altura de las circunstancias. Juan Gaspart, que ahora es el nuevo presidente y, que en su momento tuvo que dar la cara para echarle a la calle, podría ir meditando seriamente la posibilidad de recuperar al "tulipán" para la causa.
Para un hombre como él, capaz de formar una directiva de integración y de pactar hasta con el diablo, no debería ser un obstáculo atraer al hombre más capaz que ha pasado por ahí en los últimos tiempos.

El día que echaron a Cruyff
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