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Gaspart, el sobreactuado, lleva un mes –me recuerda mucho a Jack Nicholson– tratando de buscarle las cosquillas a ese modelo de gestión y eficiencia llamado Florentino Pérez. Hasta la fecha, sólo ha recibido por parte del presidente madridista un ensordecedor silencio administrativo. Cada vez que el sucesor de Núñez se acerca a la ventanilla del estadio Santiago Bernabéu buscando camorra, el taquillero le responde lo mismo: "Vuelva usted mañana". Con el candor impropio de un hombre que lleva veinte años como directivo "culé", Gaspart vuelve e inquiere: "¿Cómo va lo mío". Y en la ventanilla le contestan: "Vuelva usted mañana". Y así sucesivamente.

Aunque fuera sólo por el interés, los periodistas deberíamos aliarnos con este "Andrés futbolístico", este hombre que sufre, que lo pasa mal y que recibe fotografías de su homónimo merengue en bañador, con el móvil en una mano y el zumo de piña en la otra (alcohol el justo, y sólo para las heriditas) a bordo de su "Pitina II", fletado en alguna isla del Caribe. Aunque sólo fuera por egoísmo profesional, y porque se montara una buena jarana, a mí tendría que irme más el lenguaraz Gaspart que el hombre sin sombra, el presidente codificado en que Jorge Valdano está convirtiendo lentamente a F.P.

Da mucha rabia que Florentino no sude, ni se le tuerza el nudo de la corbata; da mucho coraje que no entre al trapo tendido con sinceridad por el pobre Gaspart, un hombre en verdaderos apuros deportivos que sabe, por experiencia, que una guerra verbal con el Madrid es el bálsamo perfecto para el Barcelona (y viceversa) para desviar un poco la atención. Ni por esas responde F.P. a los ataques de don Joan a la yugular merengue, y uno empieza a morderse las uñas. "Vuelva usted mañana".

La verdad es que el Barcelona es ahora mismo un equipo desmedido tanto en las victorias (7-0 con el Athlétic) como en las derrotas (4-0 ante el Racing), mientras que el Real Madrid está manteniendo el mismo tono a lo largo de todo el campeonato. Porque ambos son clubes irreconciliables, enemigos por los siglos de los siglos, es por lo que Gaspart –que ve cómo se le escapa también la Liga– busca con F.P. esas batallitas dialécticas que sin estar escritas en el "decálogo del gestor inmaculado", se pactaron hace mucho tiempo para ayudar al rival a encontrar una salida digna: yo te hablo de la recalificación de la ciudad deportiva y tú me respondes con lo de TV3.

Hay más días que longaniza, y F.P. también tendrá que pasarlas canutas. Si yo fuera Gaspart no olvidaría el desprecio. Y mucho menos que, como último recurso, hubiera tenido que discutir con Pep Guardiola. El presidente del Barcelona pensará –y con razón– que contra Lorenzo Sanz se vivía mejor. Porque, como escribía Larra, "¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás!".

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