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Alberto Míguez

¿Quién engaña a quién?

Sería interesante asistir al almuerzo que dentro de unas horas ofrecerá José María Aznar al dictador guineano, Teodoro Obiang. Más que nada para escuchar las fervorosas promesas de regeneración democrática y paz civil que, una vez más, hará el guineano. Promesas que suele olvidar nada más despedirse de sus interlocutores.

Sería también interesante saber si finalmente Aznar le preguntará o no sobre la práctica cotidiana de la tortura en las cárceles del régimen, la condición miserable de los presos políticos, las persecuciones a las que se somete a disidentes y opositores.

Sería del mayor interés conocer los consejos que Aznar dispensará a su huésped advirtiéndole al mismo tiempo que sin democracia o algo parecido no habrá cooperación española, ni ayudas no reembolsables, ni propinas a los diplomáticos guineanos en Madrid (que llegaron a pedir ayuda al ministerio de Exteriores para pagar el colegio de los niños y el teléfono de la Embajada), ni finalmente relaciones con la UE. Sería divertido ver la cara que pondrá Obiang a semejantes sugerencias y qué nuevas promesas improvisará.

Por último tendría bastante interés para todos conocer exactamente qué es el “Plan Teodorín”, consistente en amañar su sucesión en la persona de su hijo mayor, Teodorín, hoy flamante ministro de Bosques y antaño traficante de drogas en Francia. Obiang quiere implantar la “monarquía fang” (su etnia es “fang”) a imagen y semejanza de su admirado Kim Il Sung, el fallecido dirigente norcoreano. Y lo hará si su salud se lo permite. Obiang for ever...

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