Hace un par de años la Real Academia Española publicó la nueva ortografía. Es una ordenación simplicísima para facilitar las cosas. Más que imponer, la Academia propone, aconseja, casi siempre en la línea de la mayor simplicidad. Como buen súbdito, me esfuerzo en aplicar algunas de las innovaciones. No hay manera. Al llegar a la imprenta, los editores siguen con la norma tradicional. Me colocan bonitamente el acento sobre los pronombres demostrativos, como se hizo toda la vida de Dios. Por lo visto, las nuevas normas son “moderneces”. Por cierto, no estaría mal que el nuevo diccionario oficial admitiera “modernez”.

La Academia propone

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