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La naturaleza, sin Antonio Herrero

Era a mediados de los ochenta. El inefable Ministro de Defensa, don Narcís, había tenido la genial idea de convertir Cabañeros en un campo de tiro para la aviación militar. Nada menos que la seguridad de España se veía en juego si no se hacía con urgencia. Los que nos oponíamos al dislate teníamos pocos apoyos contra el proyecto del PSOE (el señor Bono, luego tan ecologista, se mostraba entonces bastante discretito).

Sin duda el mayor apoyo, el más rotundo, era el de un joven periodista, Antonio Herrero, que rasgando las mañanas con su voz clara y contundente, nos sacaba en antena -en Antena 3- una y otra vez. Ya antes nos había apoyado en otras cosas. Un día se me ocurrió plantearle una colaboración regular sobre ecología y aceptó. Veía en él un entusiasmo sincero por estos temas.

Me contó que al acabar periodismo hizo un documental sobre los buitres de las foces navarras. Dedicaba mucho de su tiempo libre a perderse por los montes detrás de las cabras montesas, los ciervos o los corzos. Creo que algo de su sentido de la libertad lo respiraba en esos salvajes lugares, tan lejanos de la corte y, por ende, de lo cortesano. Así, de forma fija desde 1988, me vi sentado frente a él durante una década.

Centenares de despiadados madrugones. Un altísimo nivel de exigencia que me obligó a un tremendo trabajo de investigación y denuncia periodística (sin olvidar la más grata labor divulgadora que tanto le gustaba). Nunca le importó molestar al poder político o económico para defender la naturaleza y a las personas. Daba igual que fuera el PSOE o el PP, que fuera una gran compañía eléctrica o constructora... Si era verdad, se contaba, cayese quien cayese. Si había habido una fuga radiactiva, un vertido tóxico o cualquier otra agresión ambiental, ya podía ponérsele delante un ministro, un experto paniaguado o quien fuese.

Las entrevistas cortesanas, el servilismo rastrero y genuflexo, "el gobierno informa", el gabinete de prensa en los medios, la cobardía disfrazada de "objetividad", el "parte"... no eran para Antonio Herrero. Era un ejemplar de la más noble y más libre especie periodística.

Hizo posible el mayor espacio de libertad para la defensa de la Naturaleza -como también para la defensa de otras cosas- que jamás haya existido y, probablemente, que jamás existirá en un medio de comunicación en España. Que se les caiga la cara de vergüenza a esos medios que le calumniaron presumiendo de "progres" cuando en independencia y libertad estaban a millones de años luz de la suela del zapato de Antonio. Nadie dio tanta tralla a las mafias incendiarias, los poderes radiactivos, las constructoras subvencionadas con embalses innecesarios, los funcionarios ambientales corruptos, etc.

Defender la naturaleza sin periodistas tan libres y valientes como Antonio es algo difícil. Se tiene enfrente toda una trama de poderosos intereses creados. Algún día España se dará cuenta de lo que se perdió hace tres años, curiosamente la víspera del día de la libertad de la prensa. La mejor forma que tenemos de honrarte los que trabajamos contigo, Antonio, es seguir con la misma línea que tuvimos cuando tú vivías. Como si siguieras siendo nuestro director desde allá arriba.

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