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Aznar se pasó de listo

Con el dinero no se juega. Esa una de las máximas que debe tener presente todo aquel que se aventure por los complejos vericuetos de las negociaciones en el seno de la Unión Europea, puesto que en los asuntos que afectan a las arcas públicas y los bolsillos de los contribuyentes de los Estados miembros no hay amigos que valgan y priman los intereses nacionales. Por desgracia, el presidente del Gobierno español lo ha olvidado en la polémica absurda e incomprensible que ha mantenido a lo largo de las últimas semanas con Alemania acerca del futuro de las ayudas a las regiones españolas más desfavorecidas cuando se produzca la ampliación de la UE.

La polémica es absurda porque un país como España, que ya tiene garantizado el derecho de veto sobre cualquier decisión de los fondos estructurales y de cohesión a partir de 2006, debe dejar de ser el pedigüeño de la UE, según la expresión que utilizó Aznar para atacar a Felipe González cuando consiguió el fondo de cohesión para España en la Cumbre de Edimburgo. La estrategia española, por el contrario, debería centrarse ahora en ganar peso e influencia política dentro de los Quince. Eso le permitiría, por ejemplo, aumentar la presión sobre Francia para que abra su mercado eléctrico, o conseguir que en las negociaciones de pesca entre la UE y Marruecos la delegación comunitaria se esfuerce más y ofrezca mejores condiciones para conseguir un acuerdo. Por no hablar de todo lo relativo a las liberalizaciones en la Unión que trata de promover España. Eso es lo que habría que hacer y no perderse en una lucha por unos dineros que nadie entiende, puesto que el Gobierno ya venía diciendo desde 1999 que, a partir de 2006, nuestro país tendría que acostumbrarse a ser contribuyente neto, es decir, a pagar a las arcas comunitarias más de lo que recibe de ellas, lo contrario de la situación actual.

Además, si España necesita de los dineros comunitarios para otros proyectos, como, por ejemplo, la reestructuración del sector pesquero tras el fracaso de las negociaciones con Marruecos, no puede embarcarse en una discusión como la que ha mantenido con Alemania, donde, de entrada, tenía todas las de perder, y así ha sido. Ha bastado con que el canciller Schröder amenazase a nuestro país con bloquear las ayudas al sector pesquero para poner fin a todo este asunto, del que lo único que ha obtenido Aznar ha sido desprestigio y pérdida de influencia para España, además de un buen revolcón. Eso pasa por pasarse de listo.

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