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Sanchís ya puede trasnochar

El otro día se me ocurrió comentarle a un compañero que, técnicamente hablando, Manolo Sanchís me parecía un futbolista más completo que Emilio Butragueño. "Hemos dejado de hablar", me respondió. Espero que no sea por mucho tiempo (le aprecio y me divierte sacarle de sus casillas como hago con todos los "butragueñistas" que se me ponen por delante) pero sigo sin "bajarme del burro". De la quinta bautizada por el maestro Julio César Iglesias, Sanchís junior, Michel y Rafa Martín Vázquez siempre me parecieron mejores que Butragueño. Emilio era letal dentro del área pero Sanchís se ganó la vida en "territorio comanche" mientras que Michel era un cuchillo por la banda. De todos ellos yo siempre me quedé con Martín Vázquez, un futbolista al que le quedaron muchas cosas por hacer (César Luis Menotti dijo en su día que era el mejor jugador del mundo). No querría olvidar a Miguelito Pardeza, un ratón, puro nervio, aunque un escalón por debajo del prodigioso póquer anteriormente citado.

Ahora ese extraño caso de longevidad deportiva llamado Manolo Sanchís cuelga las botas. Emilio Butragueño es ahora asesor de Jorge Valdano; Michel trabaja para Televisión Española y Pardeza ejerce como comentarista mientras que Martín Vázquez –el mejor pero el más esquivo– está desaparecido en combate. Mientras sus ex compañeros andaban ya de "tiros largos", Sanchis ganaba 2 Copas de Europa hasta completar un palmarés increible: 2 Copas de la UEFA, 8 Ligas y 2 Copas del Rey además de las Champions de 1998 y 2000. Fue precisamente el primer jugador de la "quinta" en debutar con el Real Madrid y ha batido todos los registros disputando la friolera de 519 partidos.

Tengo una sensación extraña porque he convivido profesionalmente hablando con todos estos jugadores que lentamente, a cuentagotas, se acogen ahora a la jubilación anticipada. Como tantos otros pertenezco generacionalmente a esa "quinta del buitre". He tenido ocasión de entrevistar a los cinco y recuerdo una frase que me dijo Sanchís junior: "Cuando discuto con mi padre me dice que él ganó la Copa de Europa. Entonces me tengo que ir a la cama".

Quiero recordar al Sanchís sobrio, magnífico en el manejo del balón y perfecto conocedor de las distancias (un arte si tenemos en cuenta la posición que ocupaba dentro del terreno de juego). Me quedo con el defensa central que se incorporaba con descaro al ataque y que salía de la "cueva" sin titubear, atajando cualquier balón dividido. Fue retrasando su posición (primero fue centrocampista) y llegó a ser probablemente el mejor del mundo. Después de tantos años Sanchís jr. puede polemizar con Sanchís sr. sin tener que ir a refugiarse al dormitorio. Ya puede trasnochar si le da la gana.

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