A estas alturas, nadie pondrá en duda que los pilotos y azafatas del Sepla son un cáncer para Iberia. La compañía de bandera española está saneada, después de que hubiera que enterrar en ella cientos de miles de millones de pesetas de dinero público, o sea, de todos, se ha privatizado, cotiza en Bolsa y el Sepla parece que se ha empeñado en hundirla a base de huelgas y reivindicaciones tan injustificadas como improcedentes. ¿A quién le extraña que la cotización de la aerolínea no haya superado nunca su precio de salida a Bolsa con estos personajes dentro, que, siendo de los mejores pagados del mundo en su profesión, están reclamando subidas salariales disparatadas?
Para afrontar esta cuestión, Iberia ha decidido crear una dirección general específica para los pilotos y las azafatas. No se sabe, por ahora, cuáles serán sus funciones pero, desde luego, el objetivo parece ser meterlos en cintura. No hay más que ver las acusaciones de intransigentes e insolidarios realizadas por la compañía en paralelo al anuncio de su nuevo organigrama, o las intenciones declaradas de reducir horas de vuelo, paralizar las contrataciones de personal o cerrar rutas, puestas también de manifiesto en el mismo comunicado. Y es que si el Sepla arruina la rentabilidad de la compañía, ésta tendrá que tomar medidas. Lo malo es que afectarán también al resto de trabajadores de la empresa, que no tienen la culpa de nada y a los que los pilotos y azafatas jamás tienen en cuenta a la hora de plantear sus disparatadas reivindicaciones.
A mí, desde luego, se me ocurre una idea para esa nueva dirección general de Iberia. Es muy sencilla. Se trata simplemente de que apliquen las posibilidades abiertas por el Gobierno el año pasado para la contratación de pilotos procedentes de cualquier país de la Unión Europea y los incorporen a su plantilla con sueldos más razonables que los que Iberia paga actualmente, que se les adjudiquen los vuelos a ellos y los demás se queden en tierra. Porque no creo que Javier de Irala tenga las narices del ex presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, que, harto de las huelgas y chantajes de los controladores aéreos estadounidenses, los puso a todos de patitas en la calle y se acabó el problema. Los miembros del Sepla, que toman a los ciudadanos como rehenes de sus abusos, se merecen el mismo trato. ¡Qué pena que no lo prueben!

Meter en cintura a los pilotos

En Portada
Servicios
- Radarbot
- Curso
- Inversión
- Securitas
- Buena Vida
- Reloj Durcal