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La soberanía del consumidor frente a Microsoft

La reciente decisión del Tribunal Federal de Apelación de anular la sentencia del juez T. P. Jackson, que obligaría a dividir en dos la empresa Microsoft, no significa que la justicia norteamericana haya recuperado el sentido común sobre este tema ya que los siete jueces que integran el tribunal siguen acusando a la compañía de Bill Gates de prácticas monopolistas y de abuso de posición dominante. Este nuevo capitulo del caso Microsoft pone otra vez en evidencia que las leyes antitrust norteamericanas han quedado obsoletas cuando se aplican a una economía basada en un sector de servicios con gran contenido tecnológico.

Efectivamente, cuando en 1890 se aprobó Ley Sherman, la misma que ahora se ha aplicado, el peligro se centraba en que las prácticas monopolísticas frenaban el desarrollo tecnológico y hacían subir los precios porque restringían la libre competencia entre productos iguales o muy similares en el mismo mercado. Ahora, sin embargo, la competencia no se produce tanto entre productos sino entre tecnologías que luchan por demostrar su superioridad en mercados globales, y la única manera de hacerlo es precisamente desarrollando e integrando nuevas tecnologías y bajando los precios, como ha hecho Microsoft.

En su teoría de la “destrucción creativa”, Schumpeter demostró que cuando una empresa consigue controlar una gran cuota de mercado, su posición dominante no suele significar un freno para el desarrollo tecnológico, sino que, muy al contrario, estimula muchas veces la innovación porque existe menos peligro de que los competidores copien sus avances. Además, en los mercados altamente dinámicos y competitivos como el de las nuevas tecnologías, los posiciones monopolistas suelen tener una rápida rotación y las empresas que adquieren una posición dominante temen que puedan ser desplazas por otras que ofrecen no sólo mejor tecnología, sino también precios más bajos. Por ello, al tiempo que Microsoft ha ido obteniendo con Windows una cuota de mercado cercana al 90 por ciento, sus precios han caído más de un 50 por ciento en los años de existencia de este sistema operativo

La tercera acusación contra Microsoft, esto es, que Windows se vende integrado con el navegador Explorer y supone una abuso de posición dominante, también ha resultado beneficiosa para el consumidor, ya que produce externalidades positivas al facilitar su funcionalidad y las comunicaciones, además de distribuirse gratuitamente, mientras que el competidor Netscape costaba entre 40 y 50 dólares cuando monopolizaba las ventas.

En resumen, la estrategia de Microsoft se ha basado en ofrecer alta tecnología, funcionalidad y bajos precios, por lo que su posición dominante en el mercado es una manifestación de la soberanía del consumidor. Rothbard, que prefirió hablar de soberanía del individuo más que del consumidor, afirmó que la Ley Sherman no fue capaz de precisar qué significado tiene el término monopolio y él lo define como el “privilegio especial que otorga el Estado para que un individuo o un grupo particular se reserve cierto campo de producción, que quedará prohibido a los demás y los gendarmes del Estado harán respetar esta prohibición”.

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