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Diana Molineaux

Vivirán poco

Los cinco enfermos que recibirán el Abicor, el primer corazón artificial capaz de funcionar sin mantener al paciente ligado a tubos y cables, tienen pocas probabilidades de vivir más de un par de meses aunque su experiencia puede servir para salvar a otros en el futuro. El propio fabricante del Abicor tan sólo se fija el modesto objetivo de que, al cabo de un tiempo de aprendizaje y mejoras, los operados vivan seis meses en vez de los 30 días máximos que ahora les pronostican.

Los primeros cinco operados no pueden hacerse grandes ilusiones de futuro pues sabrán que el gobierno considerará un éxito que vivan el doble de lo previsto, es decir, dos meses. Más ilusiones se hacen los inversores, súbitamente interesados por un aparato que, además de ofrecer una vida normal y autónoma en el futuro, cuesta de momento cerca de 20 millones de pesetas y podría llenar las arcas del empresario Abiomed.

En la escala de costos médicos norteamericanos, el precio no es disparatado: la estancia en la unidad coronaria puede valer 2 millones diarios y los recipientes de un corazón artificial gastan una fortuna en impedir el rechazo del tejido implantado. Con una producción en serie, el precio bajaría a unos 5 millones, lo que sería especialmente interesante porque tan sólo es posible si el corazón artificial funciona