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Cinco mil y pico escoltas

La cifra que nos ha proporcionado el ministro del Interior, Mariano Rajoy, según el cual se elevan a 4.300 las personas que trabajan a diario como escoltas, a las que parece que es preciso sumar otros ochocientos profesionales más en Euskadi, nos permite llegar a muy lamentables conclusiones:

Nuestro estado de derecho –de derecho a la vida, sin ir más lejos- deja mucho que desear. Es una proporción extraordinaria, la de los ciudadanos “en estado de excepción”.

El presupuesto que se destina a esa clase de tarea, de protección de la vida de varios miles de personas se aproxima a los tres mil millones de pesetas anuales. ¿ No serían mejor inversión si se destinaran a la lucha contra ETA?

Naturalmente, en esa lista de protegidos especiales, ni están todos los que son, ni son todos los que están, con toda seguridad. Pero son una barbaridad, un disparate, un “demasié”. Y no puede decir nada bueno de un país “en pleno ejercicio y disfrute de libertades”. Algo, o mucho, huele a podrido aquí, en España...


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