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Todos con Argentina

En los últimos años, el mundo le ha cogido un miedo terrible a las crisis financieras internacionales. Pueden estallar en cualquier lugar del globo y extenderse rápidamente por todo el planeta: esto también es la globalización.

Todo empezó a finales de 1994, cuando estalló la crisis financiera de México. El "efecto tequila" se extendió rápidamente por todo el continente, contagiando especialmente a los inversores estadounidenses, que habían realizado demasiadas apuestas muy arriesgadas en el país azteca y estaban perdiendo grandes cantidades de dinero. La Reserva Federal de Alan Greenspan tuvo que intervenir para evitar un cataclismo mediante líneas especiales de crédito, por si hubieran sido necesarias. Greenspan entonces lo vio muy claro: "Estamos ante la primera crisis de la globalización", dijo sin paliativos. Y tuvo razón.

Después vino la crisis asiática de 1997, que se inició en Tailandia, contagió a todo el sureste asiático y se extendió rápidamente hacia Latinoamérica y, finalmente, a los países industrializados. La Reserva Federal intervino entonces con recortes en los tipos de interés y el Fondo Monetario Internacional movilizó créditos y ayudas de todo tipo para evitar el desastre, y lo logró. Tres meses después, las Bolsas de los países industrializados volvían a gozar de una salud envidiable.

Ahora, la historia se repite. La difícil situación Argentina, que además incluye el peligro de suspensión de pagos de la deuda externa, cosa que no se había dado en las crisis anteriores, constituye una amenaza para una economía mundial que todavía duda entre retomar el crecimiento o hundirse en la recesión. Y como todo el mundo tiene la lección muy bien aprendida, todos están con Argentina. No falta nadie: el presidente Bush, el Tesoro estadounidense, Tony Blair, Jacques Chirac y, por supuesto, José María Aznar. El Fondo Monetario Internacional está desbloqueando las ayudas a la economía argentina, los bancos se han avenido a renegociar la deuda y quien sabe si Greenspan no está buscando ya apoyos entre la banca y los inversores estadounidenses como hizo en el pasado.

Por supuesto, todo esto crea una situación de riesgo moral inadmisible porque quien ha arriesgado su dinero alegremente, vuelve a encontrarse con la red de seguridad de los últimos años mientras que no está muy claro hasta qué punto el Gobierno y los políticos argentinos están comprometidos con el verdadero ajuste que necesita la economía de su país. Pero así están las cosas.

Los mercados, evidentemente, han acogido con satisfacción tanto apoyo. Prueba de ello es que los valores españoles con intereses en Argentina, empezando por Telefónica, se han pasado la semana subiendo, con ganancias de entre el 4% y el 6%, excepto el viernes, un día en el que se juntaron las habituales recogidas de beneficios con una apertura a la baja del Wall Street que hizo que el Ibex-35 se diera la vuelta al final de la sesión y terminara en números rojos. Todos con Argentina y a recuperarse de las pérdidas en Bolsa de las últimas semanas... o a ganar quien haya tenido el valor de comprar en medio de la crisis, cuando las cotizaciones alcanzaron sus niveles mínimos.

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