La velocista Zhanna Pintusevich se creyó vencedora de los 100 metros lisos en Atenas-97, con una marca de 10.85. Los jueces y la foto finish la sacaron de su error, puesto que Marion Jones la había aventajado con un registro de 10.83. Del oro a la plata por la puerta más dolorosa. Cualquiera habría entendido que la ucraniana colgara las botas. No sólo era Jones sino la velocidad en sí misma, prueba en la que es más difícil ver un atleta blanco con posibilidades de vencer que encontrar una aguja en un pajar. De hecho desde Sttutgart-93, campeonato en el que la estadounidense Gail Devers se hizo con el oro, todas las victorias habían sido para mujeres negras. Pintusevich estaba tratando en vano de asaltar un castillo protegido por todos los flancos. Sin embargo en Edmonton-01 Zhanna ha corrido más deprisa que la gacela, invirtiendo justo un segundo más que Maurice Greene en recorrer idéntica distancia.
Pintusevich ha demostrado en los Mundiales canadienses que no en vano estaba considerada como la gran esperanza blanca. No se puede decir que fuera una sorpresa, puesto que la ucraniana ya llegó antes que Marion Jones en las semifinales. Sin embargo la ex del enorme Hunter llevaba la friolera de 42 finales sin perder (desde el año 1997) e incluso se vanagloriaba de tener como objetivo inmediato batir su mejor marca personal establecida en 10.65. Cuatro años más y tres milésimas menos le bastaron a Zhanna para confirmar que la recuperación de Marion Jones no ha sido total y absoluta. Ella también deberá recorrer el camino del oro a la plata por la misma puerta que la ucraniana.
La velocidad femenina sigue teniendo en sus particulares altares a la fallecida Florence Griffith. En los Juegos Olímpicos de Seúl logró el no va más al recorrer los 100 metros en un tiempo de 10.49. No serán ni Zhanna Pintusevich, la nueva campeona del mundo, ni tampoco Marion Jones las llamadas a pulverizar ese récord. Es probable que la corredora que alcance los 10 segundos sea hoy una mujercita, estudiante de cualquier colegio americano o europeo. No sabemos nada de ella y desde ahora, con la victoria de una mujer blanca en la prueba más rápida del atletismo, ni siquiera tenemos asegurado el color de su piel. Pintusevich ha querido colocar otro signo más de interrogación.
La gran esperanza blanca
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