Menú
Alberto Míguez

Estaba cantado

La ocasión la pintaban calva y los países del Tercer Mundo, africanos y asiáticos, no la dejaron escapar. Era una oportunidad de oro para condenar a Israel acusando al Estado judío de los mismos horrores (racismo, limpieza étnica) que se trataban de denunciar. Al disparate unieron el sectarismo y la estupidez.

Se trataba, sobre todo, de despachar con viento fresco a los americanos e israelíes, que ya advirtieron su disposición a no tolerar provocaciones. La Conferencia ha ido cayendo en sus propias trampas, las Naciones Unidas han demostrado una vez más que son incapaces de evitar lo peor y promover consensos universales. A nadie debería extrañarle. El papelón del secretario general, Kofi Annan, penoso.

¿Y ahora qué? Ahora nada o más de lo mismo. La Conferencia se clausurará entre la inoperancia y la frustración. Otra oportunidad perdida.

Arafat vuelve a casa satisfecho. Pero la guerra sigue. Un tiro al aire, un paso más hacia el abismo: ayer hubo más muertos en Palestina.