No entiendo cómo alguien puede dudar, a estas alturas de la película, del ojo de don Felipe. Lo de la Sannum es un cuento de nunca acabar. ¿Para qué se molesta en estudiar nuestras costumbres la moza? Quizá sin quererlo, quizá conscientemente, Evita Sannum sabe bien lo que se hace.
No le hacen falta clases de historia, pues demuestra ser experta en la picaresca española. Ni clases culturales, pues sabe bien en qué mundos se cuece nuestra cultura. Tampoco necesita clases de marketing: ventas por catálogo, colecciones de otoño o bodas reales, cualquier excusa es buena para ser el centro de atención. Ni por supuesto necesita clases de compostura, pues es capaz de pasar de pollito a cisne sin que el Príncipe la bese. Puede que sí necesite clases de castellano, aunque a juzgar por sus movimientos cualquier día abre la mui y nos recita el Quijote. Ya todo es posible.
Si algo demuestra esta camaleónica noruega es que se está quedando con todo el mundo -ya ha conseguido que hablen de ella hasta en Alaska- y que nada ni nadie parará este tornado del Norte que amenaza con llevarse todo a su paso, hasta las críticas más despiadadas.
Ya le pueden llover esas mismas críticas a don Felipe. El heredero sabe bien dónde ha puesto el ojo. La bala será otro cantar.

Será una Reina, será un clavel...
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