Menú
Alberto Míguez

Un “enterao”

Al ministro de Exteriores español le faltó tiempo para, después de hablar telefónicamente con su colega israelí, contarlo urbi et orbi por las antenas de la televisión del gobierno demostrando así que es lo que los castizos llaman “un enterao”, es decir, un tipo que sabe mucho y lo cuenta. También les faltó tiempo a Peres y Arafat para desmentir el anuncio de Piqué sobre su reunión secreta o reservada este martes en Erez. En el avispero mesoriental hay demasiada gente metiendo la nariz donde no debe y aprovechando el agobio sanguinario actual para su lucimiento personal.

La diplomacia consiste, precisamente, en no contar ciertas cosas porque en la reserva metódica y en el rostro impasible está precisamente la clave de que algunos contactos funcionen y otros ni siquiera lleguen a producirse. Buscar la efímera notoriedad de un telediario o el halago de algunos periodistas del equipo mediático habitual es mal asunto y mala costumbre.

Después del éxito alcanzado en el “dossier Marruecos”, Piqué busca desesperadamente chupar cámara y titulares para reconstruir una imagen un tanto deteriorada. Su segundo, Miquel Nadal, acaba de publicar un plúmbeo artículo en “El País” donde se pregunta si todos nos hemos vuelto locos ante el tratamiento dado por políticos y periodistas al contencioso marroquí. El asistente, sinceramente, se pasa: locos, lo que se dice locos se han vuelto quienes, viendo como las relaciones con Marruecos se deterioran a pasos forzados y para nada sirven los grandes esfuerzos desplegados al parecer por este Gobierno, siguen proclamando que tales relaciones son ejemplares y excelentes.

El señor Secretario de Estado debería pedirle a doña Celia Villalobos un psiquiatra para tiempos de crisis y calibrar hasta qué punto el panorama triunfal que describe es la prueba evidente de su incompetencia y la de su jefe.

Pero al margen del halago al superior que tanto agrada, Piqué debería hacer gala de más discreción, sobre todo en el conflicto palestino-israelí, y no dar tres cuartos al pregonero tras hablar con Peres o con Arafat. De ahora en adelante, serán más discretos cuando hablen con Madrid.

En Opinión