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Las defensas de Scharping

Bastante bien le ha ido al ministro alemán de Defensa, Rudolf Scharping, que ha tenido que responder ante la comisión investigadora del Parlamento alemán sobre el supuesto uso privado que habría hecho de aviones militares. El vuelo que realizó a Mallorca el pasado 29 de agosto sólo para pasar la noche, coincidiendo con el despliegue de soldados alemanes en Macedonia, demostró su enorme falta de tacto. Posteriormente, se ha sabido que durante los últimos doce meses, y desde que mantiene relaciones con la abogada y condesa Kristina Pilati, ha viajado más de 50 veces a Francfort del Meno, donde ella reside, aunque también se trata del aeropuerto más próximo a su circunscripción electoral de Lahnstein, estado de Renania-Palatinado.

El interrogatorio no ha desvelado incoherencias en las respuestas del ministro que, en todo momento, se ha esforzado en poner de relieve su sentido de la responsabilidad y del deber; si bien en declaraciones anteriores a los medios de comunicación ha reconocido su falta de sensibilidad. No obstante, la mala prensa que le ha valido la inoportuna coincidencia de la publicación de las fotos que le muestran bañándose en una piscina mallorquina con su pareja, así como la escala de una noche en la isla cuando al día siguiente debía visitar a las tropas alemanas estacionadas en Skopje, sin duda han dejado su imagen muy en entredicho, y le restan autoridad como titular de una cartera ministerial que, en casos extremos, le otorga potestad para tomar decisiones de vida o muerte.

Ahora que los argumentos que Scharping ha alegado en su defensa dejan poco margen a la oposición para hundirle, sus rivales políticos continúan con su afán de derribarle ensalzando su presunta ineficacia. Durante su visita a Macedonia, Scharping habría desvelado el plan de despliegue de los soldados alemanes, poniendo en peligro su vida. A consecuencia de ello, hubo que cambiar esos planes. Por su parte, Scharping niega haberse ido de la lengua y se considera víctima de una manipulación despiadada.

Pero, aunque todo este asunto le haga sudar sangre, los resultados de las encuestas apuntan a que el ciudadano medio alemán no cree necesaria la dimisión de Scharping. De la misma opinión parece el canciller Schröder que, desde que se ha desencadenado este vendaval, ha mantenido una postura de apoyo hacia su ministro. No obstante, la relación Schröder-Scharping también es delicada y el canciller tiene que ir con especial cuidado si no quiere que le acusen de aprovechar la situación para deshacerse de quien ha sido, durante mucho tiempo, su principal rival en el partido socialdemócrata (SPD).

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