No es un chiste. ¿Qué hacen 400 americanos dando vueltas en canoas, piraguas y tablas de surf en las aguas de la ensenada McCovey de San Francisco, y todos mirando hacia arriba, al cielo?...Esperar una pelota. Habrá quien se pregunte qué contiene, interior o exteriormente, la susodicha pelota (que, por cierto, no llegó). Iba a decir que "no dio señales de vida", pero no sería apropiado para el caso que nos ocupa.
Si a usted le han dicho que el deporte nacional en EEUU es el fútbol americano o el baloncesto, simplemente le han engañado. El único deporte considerado como tal por los estadounidenses es el béisbol. ¿Que qué tiene el béisbol para que les guste tanto? Ni idea. Se rueda a cámara super lenta y, por lo que a mi mentalidad europea respecta, sólo nos ha dado un par de películas memorables: "El orgullo de los Yankees", con Gary Cooper, y "El mejor", interpretada por Robert Redford. En ambos casos, lo que me interesó no fue el deporte en sí (me habría dado lo mismo que fuera la vida de un vendimiador o un minero) sino la vida de sus protagonistas.
Resulta, sin embargo, que el otro día todo el mundo esperaba que Barry Bonds, el bateador zurdo de los Giants de San Francisco, consiguiera su 70° home run de la temporada, lo que supondría un nuevo récord en el campeonato. ¿Que qué es un home run? Simple y llanamente, un pelotazo fuera del estadio (recuerdo que hace muchos años, en un Atlético de Madrid-Real Madrid, Rafael García Cortés sacó de una patada un balón del Vicente Calderón y no se montó tanto alboroto). Y no es un chiste. Aquí diríamos que la gente estaba esperando la caída del higo chumbo, pero no, era una pelota de béisbol lo que esperaban.
Como los estadounidenses se mofan habitualmente de los canadienses (como nosotros de los franceses, y supongo que los marroquíes de nosotros) es por lo que el multimillonario Todd McFarlane, el genial creador del cómic conocido como "Spawn", ya se ha adelantado a la jugada ofreciendo 580 millones de pesetas a quien le haga entrega de la pelota con la que Bonds logrará inevitablemente su 71° home run. El chaval tiene un antojo, qué le vamos a hacer.
Ellos son así. Aunque bien pensado, allí tampoco entenderían lo de nuestro "campanu" o la "tomatina"; mucho menos nuestra fiesta nacional, que para lo de los animales son muy mirados los americanos. La bola 71 viene con premio. Y será para McFarlane por tres millones de dólares. No está nada mal.

Esperando la pelota 71
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