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Maite Cunchillos

Tonto, tonto...

Roldán ya no tiene nada que perder, y su futuro a medio plazo es más esperanzador que el de alguno de los acusados que le han escuchado este miércoles desde el banquillo. Con la calma de quien ya lo ha vivido todo, Luis Roldán ha desenfundado sus papeles para disparar contra todos: hemos comprobado que desde la cárcel está siguiendo con interés el juicio porque, controla hasta los pequeños detalles: sabe que le han acusado de "llevárselo todo".

Con voz pausada, Roldán distingue entre coger y recibir. Cuando empieza a perder la calma, aflora en él su acento maño, que recuerda a "Marianico el corto": no se ruboriza al reconocer que cobró en efectivo, que cobró en cheques nominativos y que cobró en cheques al portador. Roldán no se ruboriza, pero otros como Corcuera sí se ponen todavía más rojos.

El abogado, Leopoldo Torres, se sube por las paredes, y en su interrogatorio recuerda al fiscal que fue. Y Roldán no se inmuta; continúa hablando de los sobresueldos; dispara contra Barrionuevo; dispara contra Moncloa; lanza un dardo mucho más medido y mediatizado contra Felipe; acusa al PSOE de desviar Fondos Reservados para el partido; se le escapa un taco; se ríe; se acuerda de que cuando pactaban los sobresueldos, apareció en escena el torero Ortega Cano.

Roldán también entiende de joyas: sabe que Corcuera regaló a su mujer- la de Roldán- una joyita con un rubí. Roldán ironiza con los espías testaferros. Su halo de condenado confunde al propio presidente de la Sala, que le llama "acusado", en lugar de "testigo". Las defensas le recuerdan sus paraísos fiscales, sus falsos títulos universitarios, sus engaños a Hacienda: Y Roldán sigue impasible; tonto, tonto...vuelve a la cárcel.

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