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Economía a la argentina

Cuando de las urnas sale una situación como la que depararon las elecciones argentinas del pasado domingo, en la que el presidente del país perdió la mayoría parlamentaria y se verá obligado a cohabitar con la oposición, los mercados suelen ponerse muy nerviosos. Lo normal es pensar que el Gobierno tratará de extraer las lecciones pertinentes del castigo electoral, lo que podría condicionar su política económica y no precisamente para bien, y que la oposición aprovechase las circunstancias para estrechar el cerco sobre el Ejecutivo y hacerse con él en las siguientes presidenciales, por supuesto también a golpe de críticas a cualquier medida impopular, como suelen ser las de política económica cuando hay que realizar ajustes. De hecho, los mercados temían que esta situación se pudiera producir como consecuencia de los comicios en Argentina del pasado fin de semana y el viernes castigaron a las acciones de las sociedades con intereses allí. Sin embargo, dadas las circunstancias particulares del país austral, la decisión de los votantes podría ser la mejor para una economía como la gaucha que lleva más de tres años inmersa en una crisis de la que, por ahora, no sabe cómo salir.

El Partido Radical del presidente Fernando de la Rúa, efectivamente, ha perdido la mayoría parlamentaria a manos de los peronistas del Partido Justicialista. A partir de ahora, De la Rúa se verá obligado a consensuar con los justicialistas cualquier medida de política económica que quiera sacar adelante. Esto podría dar pie a pensar que los peronistas no aprobaría nunca nada que pudiera ser impopular para ellos. Pero hay tres cuestiones importantes que invitan a pensar, más bien, en todo lo contrario.

La primera de ellas es el famoso plan que el superministro de Economía, Domingo Cavallo, presentó el pasado mes de marzo. Un plan que no ha deparado los resultados esperados porque, básicamente, o estaba mal concebido o, simplemente, contenía medidas de cara a la galería vacías de un contenido real y eficiente. Hoy es difícil pensar que los peronistas dieran el visto bueno a semejante paquete de medidas, con lo que Cavallo se verá obligado a ser más serio en sus planteamientos de política económica una vez que ha fracasado todo lo que ha intentado desde que llegó al Gobierno, a pesar incluso de los superpoderes de que le dotó el Parlamento.

La segunda cuestión es que, para que la economía Argentina pueda empezar a remontar el vuelo, necesita que exista una especie de pacto de Estado sobre las medidas a aplicar. Antes del domingo, ese pacto no parecía muy posible puesto que los peronistas carecían de la mayoría parlamentaria con la que cuentan ahora y, por tanto, se dedicaban a ejercer única y simplemente de oposición. El vuelco que dieron las urnas el domingo a la política gaucha ha cambiado las cosas y la mayoría parlamentaria de la que disfrutarán los justicialistas los obligará a comprometerse mucho más con los destinos del país.

Por último, hay una cuestión de estrategia política. La victoria peronista del pasado domingo puede ser la antesala para que los justicialistas recuperen la Casa Rosada y desalojen de ella a De la Rúa. Cuando llegue ese momento, no querrán encontrarse, si pueden evitarlo --y pueden--, un caos económico como el actual porque a ellos les tocará entonces administrar la crisis y trazar el camino para tratar de salir de ella. Por tanto, los justicialistas empiezan a ser los primeros interesados en que empiece a ponerse algo de orden en la economía argentina, por lo que cabe esperar razonablemente su colaboración en esta tarea.

En otro país, la situación que depararon las urnas el domingo podría ser el origen de nuevas dificultades y paralizar la política económica; en el caso argentino, por el contrario, puede ser el revulsivo que se necesitaba para desbloquear las cosas.

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