El Ministerio de Fomento ha anunciado que sancionará a Air Europa por suprimir sus rutas con las islas, una medida que lleva aparejada el despido del 10% de su plantilla. Si el Departamento de Francisco Alvárez-Cascos lleva hasta el final su amenaza, y no se trata de una simple declaración de cara a la galería para contentar a los votantes isleños, la aerolínea de Hidalgo no tendrá más remedio que afrontar la sanción. Lo que no es probable que vaya a hacer es restaurar esos vuelos. Y es que Air Europa no está para bromas.
La compañía aérea sufre, como casi todas las del mundo, las consecuencias de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, unos efectos reflejados en la caída drástica del número de pasajeros y de reservas y de la subida de las primas de los seguros. La diferencia es que la situación de otras aerolíneas les permite capear mejor el temporal mientras que el estado de salud de Air Europa ya era de por sí delicado antes de la destrucción del World Trade Center. Y es que la compañía venía arrastrando serios problemas desde el pasado.
Hidalgo optó a mediados de los noventa por una política de expansión muy rápida difícil de afrontar con el volumen de capital y de facturación con que contaba entonces la compañía. Para complicar más las cosas, Hidalgo pensó que tirando los precios llenaría los aviones y eso le permitiría generar los ingresos necesarios para no tener dificultades financieras. Pero a Hidalgo le fallaron los cálculos y otras aerolíneas bajaron también sus tarifas y mejoraron sus servicios con lo que a Air Europa no le salieron las cosas y empezó a verse en serias dificultades.
En esas estaba cuando llegó 1999 y el precio del petróleo empezó a dispararse y el euro a hundirse frente al dólar, lo que colocó a Air Europa entre la espada y la pared: no tenía capacidad para aguantar mucho más. Hidalgo intentó entonces una suerte de huída hacia adelante con la fusión entre su compañía e Iberia, pero el Gobierno no quiso saber nada del asunto. Con este telón de fondo, llegaron los atentados y sus negativas consecuencias para las aerolíneas. Hidalgo, por tanto, no podía hacer otra cosa que cancelar rutas y reducir su plantilla, por mucho que le moleste al Ministerio de Fomento. La cuestión ahora es saber si todo queda aquí o irá más allá. Lo cierto, por el momento, es que a Air Europa le aguarda un futuro complicado, con unas dificultades que hace tiempo que se veían venir, independientemente del 11-S.

Una crisis cantada

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