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Un paso más hacia la liberalización

Ha tenido que pasar año y medio desde que el Gobierno, en aquel conjunto de medidas de política económica que aprobó el 23 de junio de 2000, decretase la apertura a terceros del capital de la Corporación Logística de Hidrocarburos (CLH) para que éste proceso se iniciara. CLH es la propietaria de la red española de oleoductos, cuya capacidad se había quedado sensiblemente pequeña para las necesidades de nuestro país y, por tanto, se había convertido en uno de los principales elementos que impiden la competencia en la comercialización y distribución de hidrocarburos y, por tanto, que los precios bajen más o moderen sus subidas cuando el precio del petróleo y el cambio del euro presionan al alza.

La medida ha tardado en llegar, como todas las del paquete que hacían referencia al sector energético -para eso no hacía falta la vía de urgencia mediante la que se tramitó y se podía haber llevado a cabo a través de una ley y con el pertinente debate parlamentario-, pero hay que darle la bienvenida. CLH se ha pasado unos cuantos años sin invertir en aumentar su capacidad de almacenamiento y transporte. De esta forma, cuando cualquier importador distinto de las grandes petroleras que operan en España -Repsol, Cepsa y BP-, que son las propietarias de la compañía, intentaba traer gasolina a nuestro país y distribuirla por el territorio para su venta se encontraba con los depósitos y los oleoductos llenos y, por tanto, tenía que esperar un tiempo que no se podía permitir, por su coste o por carecer de infraestructura para ello. Este es el problema con CLH, sobre el que en su momento llamó la atención el Tribunal de Defensa de la Competencia, y no el de los precios que aplica, que son de los más bajos de la Unión Europea. Por tanto, la venta del 50% del capital de la compañía -el 25% se va a adjudicar a la canadiense Enbridge y el otro 25% durante 2002- debería traducirse en inversiones que facilitaran la competencia mediante importaciones por parte de terceros distintos a los propietarios actuales de la Corporación.

De hecho, la simple decisión del Gobierno de abrir a terceros el capital de CLH ya ha empezado a surtir efecto sobre el sector. Hace ya algunos meses, Repsol anunció que distribuiría la gasolina en una buena parte del territorio nacional a través de sus propios camiones, a partir de sus propias refinerías. Esto ya ha abierto margen para que otros puedan transportar su combustible a través de los oleoductos con menos problemas y costes que antes. Lo llamativo de la decisión de la petrolera que preside Alfonso Cortina es que, cuando anunció su nueva estrategia de distribución, aclaró a los analistas que esta forma de hacer las cosas era más barata que el transporte a través del oleoducto si las distancias desde la refinería no superaban cierto radio de acción. O sea, que la petrolera hispano-argentina, según esto, habría optado en el pasado por utilizar la infraestructura de CLH para poner más dificultades a sus competidores, en vez de para buscar ahorro de costes. Y Defensa de la Competencia sin darse por enterada, sin decir nada ni abrir el oportuno expediente.

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