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"El pelos" será fray Iván

No lo veo. Por mucho que Goyo Benito, el "cinco" por excelencia, me diga que Iván Campo es un gran central, yo no lo veo. Y mira que me fijo. Y mira que hago un seguimiento especial de Campo cuando salta, ya cada vez menos, al campo. Abro los ojos como un búho y miro. Y yo no lo veo. Creo que el propio Iván Campo tampoco lo ve porque este pasado domingo fue uno de los futbolistas —¡hasta el límite de dos!— que decidieron zamparse el entrenamiento voluntario de Vicente del Bosque, cual roscón del "Embassy" (ya que compramos dulce, que sea del caro). Si Iván hubiera cometido la mitad de tropelías con Santiago Bernabéu como presidente, no tengo la menor duda de que a estas horas andaría escardando cebollinos por la Segunda División B. Porque "el pelos" (parece ser que es así como le llaman en los círculos más íntimos) es una máquina, pero no de frenar al delantero sino de hacer chorradas. Es muy buen chaval, eso sí, pero no ha sido nunca un defensa central para el Real Madrid. Por eso el pipiolo Pavón se lo ha comido con patatas. Por eso y porque tiene el carácter necesario.

El otro día vi de nuevo a Iván Campo en el transcurso de un entrenamiento. Me alegré porque regresaba tras algunas semanas de baja por un "ataque de ansiedad". Parece que lo más justo es la felicitación a los servicios médicos del club blanco porque, tras los meses de baja, lo primero que le vi hacer a Iván fue soltar unos cohetes para celebrar el año 2002. Curado, por tanto, Campo de su ansiedad, y huyendo de la demagogia barata que representaría traer aquí y ahora (no seré yo quien lo haga) a colación, por ejemplo, a los millones de ciudadanos que se encuentran en el paro para, a renglón seguido, establecer un baremo más exacto y concreto del significado del término "ansiedad", yo me pregunto: ¿qué pinta aún Iván Campo en el Madrid?

Siempre nos quedará el recurso de pensar que el Real del centenario pretende ser, además de todo, una ONG deportiva. "Jugadores sin fronteras" o "SOS, defensas en peligro". Es muy sencillo llegar a tal conclusión por lo siguiente: a Diego Tristán, que es un pedazo de jugador, le recharazon por su vida privada más o menos licenciosa. Mientras que a Iván Campo, que es un "maleta", se le mantiene porque es muy buen chaval y anima el coro. ¿Pretende el Real Madrid convertirse en un convento de clausura tras el 18 de diciembre de 2002, día en el que se parará el mundo? ¿Será ese el bombazo que tiene preparado Florentino Pérez?... ¿la conversión del club, no en S.A. sino en noviciado? ¿Pasará Campo de ser "el pelos" para ocuparse de la ropería, transformado ahora en fray Iván? Si no, no lo entiendo. Sigo fijándome, pero no lo veo.

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