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Ha sido un fracaso total. Tan sólo han rellenado el censo a través de Internet unos doce mil hogares. Lo cual, teniendo en cuenta que había trece millones que debían rellenar el censo, parece algo escaso. El INE lo reconoce, pero las causas que aduce me dejan un poco preocupado. Piensan que la razón es la escasa penetración de Internet en España. Bueno, eso es algo conocido por todos, pero de lo que no cabe duda es de que tenemos acceso desde casa algunos más de esos doce mil. ¿O no?

Algunas asociaciones de usuarios han denunciado la exigencia por parte de la página donde se rellenan los cuestionarios del censo de utilizar el navegador Explorer en su versión 5 o superior. Algo lamentable en un organismo público, sin duda, pero parece excesivo aducir a esto el poco éxito de la iniciativa. Al fin y al cabo, el 95 por ciento de los españoles utiliza dicha aplicación de Microsoft para visitar la web. Bien es cierto que la comunidad linuxera suele ser muy activa, y posiblemente hubieran hecho un esfuerzo por rellenar el censo a través de la Red sólo por el gustazo de poder hacerlo, pero siguen siendo un número desafortunadamente escaso.

Contrasta enormemente el hecho de que la declaración del IRPF, a pesar de tener que realizarse con un programa que sólo se puede ejecutar en Windows y de que los usuarios de Internet eran seguramente menos entonces que ahora, tuviera mucho más éxito. ¿A qué se debe, entonces, el fracaso?

Pienso que la respuesta se encuentra en la vaguería natural del ciudadano a la hora de realizar sus obligaciones con el Estado. La declaración la hacemos porque ya nos ha machacado mucho que es delito no hacerla, nos suele salir a devolver, la hacemos todos los años... Pero el censo, la verdad, que se hace cada diez años, no parece algo que incite a los españoles a abalanzarse sobre sus ordenadores para rellenar a toda velocidad tan apasionantes formularios. Y si encima hay que hacer cola para obtener un certificado digital, que les voy a contar que ustedes no sepan ya.

Yo, desde luego, sólo me he preocupado del censo cuando un joven con aspecto de estar mal pagado ha dejado los papeles en casa. Ni antes, ni después. Y no creo ser precisamente un representante de la "escasa penetración" de Internet. ¿Ustedes qué creen?


Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

 

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