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Nike ha decidido despedir a Sampras por aburrido. Los deportistas del siglo XXI ya no tendrán suficiente con ganarlo todo (Pete hizo acopio de trece títulos del Grand Slam que adornan el salón de su casa), sino que además deberán ser auténticos showmans . El tenista del futuro tendrá que ser un híbrido entre Ilie Nastase y Chevy Chase; habrá de poseer la volea de Rafter y el desparpajo de Billy Cristal. Se parará el partido al final de cada juego para que el público vea el último capitulo de Friends , y entre set y set saltará a la pista Eddie Murphy. Hasta el punto de que la "cla" saldrá preguntando: "y por cierto... ¿quién ganó el partido de hoy?"

Porque a Sampras, lo que le mata no es el tenis pluscuamperfecto que practica, sino su carácter insípido. Cada revés del americano constituye en sí mismo una clase particular acelerada. Cada smash , cada servicio, cada lob forma parte del vídeo "esto es tenis y lo contrario son paparruchas". Cuando inventaron este deporte pensaron, seguro que sí, en un "jugador-tipo" como Sampras. Además de todo, Pete es un ganador. Por el circuito pasan infinidad de tenistas técnicamente brillantes, pero verdaderas máquinas de perder partidos. Sampras, no. Sampras lo ganaba todo siempre y, probablemente debido a eso, terminó aburriendo a los ejecutivos agresivos de la planta más alta del edificio de Nike en la ciudad de Nueva York. Por eso, y porque ellos juegan al squash , naturalmente.

Resulta curioso este mundillo de la imagen. A Sampras le despiden por ganar, y a Kournikova la pagan una millonada por perder. El americano, sin embargo, no resulta atractivo, pero la imagen de la rusa es una "bomba sexual de relojería" que golpea incesantemente las sienes de todos los adolescentes de EE.UU., desde Savannah hasta Fargo, desde El Paso hasta Rochester. El póster de Anna les insinúa: "mírame a los ojos o donde tú prefieras baby... pero compra zapatillas... compra calcetines... compra camisetas"... La ley de la oferta y la demanda se encuentra otra vez en movimiento.

El "señor X" de la empresa Nike ha dejado bien claro que seguirá suministrando ropa al mejor tenista de toda la historia. Si Pete Sampras luciera melena tintada con todos los colores del arco iris o, en su defecto, se hubiera sometido a una perforación de nariz, otro gallo publicitario le habría cantado. Si hubiera salido con Brooke Shields o, por lo menos, llevara un tatuaje en el tobillo con un retrato de Bruce Lee, todo habría sido diferente. Pero él siempre jugó de "blanco-aburrimiento", y eso ya no vende. La "mercadotecnia" es implacable.

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