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Alberto Míguez

Algo más que un periodista

Escribo estas líneas hecho polvo y, no me importa decirlo, a lágrima viva. Es lo que hubiera hecho José Luis Percebal en un caso similar: aguantar el tipo, ponerse al micrófono o al ordenador y cumplir con el deber de este oficio de perros. Claro que, obviamente, estos casos nunca son “similares”.

El asesinato de mi querido amigo José Luis –casi un hermano– en Marruecos, un país al que tanto quería y al que entregó hasta su vida es un golpe bajo, un puñetazo en la sien, un bofetón moral del que tardaré, tardaremos sus amigos, mucho tiempo en recuperarnos. La tesis conveniente y satisfactoria es que se trata de un asesinato cometido por delincuentes comunes. Sinceramente, lo dudo.

Desde que hace años sufrió un asalto en su domicilio y lo acuchillaron –estuvo también entonces al borde la muerte– José Luis se cuidaba bastante. Había extremado las medidas de seguridad y su casa, que había sido desvalijada completamente mientras él estaba como enviado especial de la COPE en Bosnia, se parecía “al castillo del guerrero del antifaz”, como decía jocosamente. Quien entró en la casa rabatí de José Luis Percebal sabía a lo que iba y estaba dispuesto a todo.

Le toca ahora a las autoridades marroquíes descubrir al autor o autores de este crimen. El Gobierno español no puede hacerse el sueco y mirar hacia otro lado porque el asesinato de un periodista, como sucedió recientemente con el de Julio Fuentes en Afganistán, va mucho más allá de un vulgar crimen: afecta directamente a la imagen y a la política española en Marruecos. Y José Luis Percebal no era tampoco un mindundi ni un chicquilicuatro recién llegado a esta profesión, sino un periodista de cuerpo entero, bien formado, con una talla moral e intelectual considerables. Se impone, pues, una investigación seria y no contaminada por los resquemores políticos que envenenan desde hace meses las relaciones hispano-marroquíes. Sólo faltaría que hasta ahí llegase el contencioso.

No es el momento de analizar las consecuencias de este crimen horrible. Tiempo habrá, desgraciadamente. Lo único que sé a ciencia cierta es que José Luis Percebal nos faltará mucho a muchos. Cuando alguien se va, sea cual sean las circunstancias (y éstas han sido horribles) una parte de nosotros mismos se rompe.

No me importa decir que estoy roto y sigo llorando a lágrima viva.

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