Menú

Directivos y otros animales

El periodista o está para tocarle las narices al poder establecido, o lo mejor es que se marche para su casa. Mucho peor que la censura impuesta por otros es la autocensura, la circunstancia misma de que el "stablishment" te haga reflexionar íntimamente sobre si aquello que estás a punto de decir o de escribir es o no "políticamente correcto", molestará o no a quien tiene dinero suficiente como para adquirir el medio de comunicación en el que trabajas. La arruga no es bella en el ejercicio del periodismo; quiero decir que si te arrugas una vez, podrás arrugarte ciento. ¿Y entonces qué? ¿Qué impresión le darás al que manda? Admiro a mis compañeros que tienen que vérselas con los políticos porque, en comparación con ellos, los dirigentes deportivos deben ser un juego de niños. Pero el directivo de fútbol también presiona lo suyo, y si le das un metro te hace la misma "cola de vaca" que Romario le hizo a Rafa Alcorta en el estadio Santiago Bernabéu.

Con el permiso de sus otros protagonistas -y aún sin él- desclasificaré algunos "expedientes X" (otros aún no han prescrito) para contarles un par de anécdotas personales. Por ejemplo aquel día que, con toda la amabilidad del mundo, Eugenio Fontán, presidente de Radio España, me llamó a su despacho para decirme lo siguiente: "Este fin de semana he coincidido en Marbella con Jesús Gil. Al pobre le tienes frito... ¿No podrías levantar un poco el pie del acelerador?". No podía. La actitud de Gil era por aquel entonces nefasta para el Atlético de Madrid, y aún hoy -diez años después de aquello- el club está pagando los platos rotos. Al señor Fontán le dije que sí a todo (de lo cual me arrepiento), e hice de mi capa radiofónica un sayo. No volvió a decirme nada.

A Manuel Fernández Trigo, ex gerente del Real Madrid, un buen día no se le ocurrió otra cosa que comparar a Lorenzo Sanz con Moisés. Un poco ridículo. Le di una buena tunda, y por la tarde recibía una llamada del Bernabéu: "Hola, soy Moisés". Era el "hombre que sabía demasiado", adulador como casi siempre, para hablarme de su familia, de que él era un trabajador que se ganaba el pan con el sudor de su frente, y bla, bla, bla... A mí siempre me han metido -a empujones, eso sí- en el grupo de periodistas "lorencistas". Y todo porque durante un tiempo creí que para el Real Madrid era bueno que Lorenzo Sanz mandara de vacaciones perpetuas a Ramón Mendoza. En las últimas elecciones, las que ganó Florentino Pérez, consideré oportuno dar salida a una información que publicaba "El Mundo del Siglo XXI", y que perjudicaba a Sanz.

En una conversación privada, pero de muy mal gusto, Juan Onieva, con quien me llevaba bien, me dijo: "Reza para que salga Florentino, porque si no vas a estar a pan y agua durante cuatro años". No creo que F.P. sea mejor en ese aspecto. Tengo para mí que, al igual que Nixon vivía obsesionado con la figura de Kennedy, él no puede zafarse de Lorenzo. Lo que ocurre es que la diferencia existente entre J.F.K. y Sanz es la misma que puede haber entre Benito Floro y Arrigo Sacchi.

En Deportes

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal