Certificado oficial

Los datos de crecimiento económico de Estados Unidos en el primer trimestre de 2002, período en el que se registró un aumento del PIB del 5,8%, constituyen el certificado oficial de que la crisis económica ha llegado a su fin. Muchos economistas temían que el aumento del PIB del 1,4% en el periodo octubre-diciembre de 2001 fuera nada más que un espejismo, un rebote técnico de la economía frente a la caída del trimestre anterior que diera paso a un nuevo dato negativo. Sin embargo, la consolidación de la senda alcista en la primera parte de este año ha disipado ese temor. La crisis, por tanto, ha concluido.

Otra cosa es la fuerza que va a tener el crecimiento norteamericano a partir de ahora. El impresionante dato del primer trimestre ha sorprendido incluso a los analistas más optimistas y confirma la calidad de la política económica desplegada en Estados Unidos desde hace más de diez años. Pero la cuestión ahora es si esos ritmos de crecimiento tan elevados pueden mantenerse a lo largo del año, y los cálculos de los economistas apuntan a que no, a que la actividad productiva está moderando su paso, si es que se puede decir que un crecimiento del PIB del 3% para el conjunto de 2002, y en una economía del tamaño y el grado de desarrollo de la estadounidense, es un crecimiento moderado. Este, ahora, es el escenario más probable, un escenario bastante optimista porque la economía seguirá avanzando con fuerza pero sin dar lugar a desequilibrios macroeconómicos o agudizar los existentes, fundamentalmente el elevado déficit de balanza de pagos.

Este nuevo escenario va a tener su reflejo en todo el mundo, especialmente en las economías europeas, porque hará que la crisis aquí también pase pronto. Más concretamente, en el caso español no sólo hace perfectamente viable el cumplimiento del objetivo del Gobierno de un crecimiento económico del 2,4% para este año sino que, incluso, podría pensarse en que fuese algo mejor porque la desaceleración económica en nuestro país ha venido de la mano de la caída del sector exterior, traducida en un frenazo tanto de las exportaciones como de la inversión empresarial ligada a las mismas. Las incertidumbres y los miedos del otoño pasado han quedado atrás para dar lugar a un panorama más optimista aunque todavía con algunas incógnitas. Pero la que ha quedado ya despejada es la de la crisis, cuyo final acaba de ser certificado en Estados Unidos.

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