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Diana Molineaux

La hora de Sharon... y de Hamas

Cuando el presidente Bush recibió al primer ministro israelí Ariel Sharon en la Casa Blanca, tenía pocas esperanzas de convencerlo para que cambiara cualquiera de sus posiciones. Pero, cuando acabó la reunión, Bush se había quedado sin argumentos ni medios para ejercer presión alguna sobre su aliado israelí.

Bush, con una posición mucho más favorable a Israel que su padre, aunque va ganando simpatizantes diariamente entre los judíos norteamericanos, ya se ha tenido que enfrentar a críticas de los partidarios más ardientes de Israel por haber sido demasiado “duro” con Sharon. Después del último ataque terrorista, tan solo pudo decir que él no es quien para dar instrucciones “a mi amigo Sharon” y aseguró que no le “exigiría” que dialogue con Arafat, algo que el primer ministro se ha negado repetidamente a hacer.

El atentado de las afueras de Tel Aviv se llevó a cabo en el peor momento para Arafat, cuando la atención de los norteamericaos estaba fijada en la reunión Bush-Sharon. Por una ironía de la historia, el primer ministro israelí se beneficia de las acciones de su archi-enemigo Hamas, la organización terrorista que inmediatamente reivindicó el atentado. Tanto Hamas como Sharon, por razones totalmente opuestas, quieren eliminar a Arafat, cuyo mejor salvavidas ha sido hasta ahora el tibio apoyo norteamericano.

Ahora, no se trata ya de la represalia israelí que todo el mundo esperaba y que el propio Sharon anunció ya antes de regresar a Israel: “nosotros mataremos primero al que nos quiera matar”. Se trata de la supervivencia de Yaser Arafat como presidente de la Autoridad Palestina, o por lo menos de su permanencia en los territorios palestinos.

Hasta el último atentado, el Gobierno norteamericano no paraba de insistir en que Arafat era, a fin de cuentas, el representante elegido democráticamente por el pueblo palestino, pero ahora el tono ha cambiado: el portavoz de Bush, Ari Fleischer, emplazó a Arafat para que “reforme” y le advirtió, como la semana pasada Colin Powell, que tiene su última oportunidad aunque, a juzgar por los editoriales de la prensa norteamericana de este miércoles, quizá ya sea demasiado tarde para el líder palestino.

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