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Si no fuera siniestro, sería divertido. Si no fuera maléfico, nos haría sonreír. Si no tuviera más peligro que un mono con una pistola sin seguro asistiríamos a sus volatines, saltos y piruetas como quien asiste a una sesión de circo pobre, en el crepúsculo de un despoblado de suburbio. Pero Felipe González sigue siendo el jefe del socialismo español, pese a los muchos que han pretendido sucederle, y no se recata en demostrarlo, bien al contrario, ni siquiera ante el que hace el papel –patética figura ya habitual en el elenco de esta farsa– como si lo hubiera sucedido en la secretaría general. Ante las mismísimas y sufridas narices de Zapatero, el incorregible González ha vuelto a demostrar que el futuro del PSOE es el del pasado que no pasa. O sea, el suyo.

Pero lo ha hecho además burlándose del mecanismo democrático que su partido creyó haber encontrado para renovarse y renovarlo. Delante de Zapatero ha dicho una mentira: que su candidato en las "primarias" era Bono, pero no lo ha hecho por una gracia que, aún así, maldita la gracia que tendría, sino porque la debilidad de Zapatero, al que ha vuelto hoy a humillar en público, ha dado pábulo a la especie de que Bono podría finalmente reemplazarlo como candidato en las próximas elecciones generales.

Todos saben que el favorito del último congreso del PSOE era Bono y que fue González, sus trinis y sus maragalls los que al final impidieron la victoria del manchego y entronizaron al inédito leonés. ¿Por qué mentir tan descaradamente ahora? ¿Sólo por enredar? ¿Por cantinflear, enredando a la gente según el gusto mexicano, que en el cuate de Slim es ya una segunda naturaleza? ¿O simplemente por recordar que, como en el PP de Aznar, en el PSOE de González al sucesor lo decide sólo y exclusivamente él? Esa retorcida afirmación de que “todos saben que él ha perdido todas las primarias”, era una forma de recordar que perdió la de Almunia, pero luego, en compañía de Polanco, anuló la victoria de Borrell y le devolvió la candidatura a Almunia. Y que al favorito Bono él lo quitó y él podría volver a ponerlo. Ah, y que si alguien duda de su poder, que le pregunten a Redondo Terreros. También esas primarias las perdió y luego ha pasado lo que ha pasado. Por eso se ríe el artista.

Pero acaso esta vez el Cantinflas de Bellavista ha cargado la mano en el género, quizás porque todas las grandes estrellas del espectáculo, en su decadencia, sobreactúan. Más que a una segunda versión de “¡Por mis... pistolas!”, penúltimo gran éxito cómico de Mario Moreno, nos ha parecido asistir a uno de los dramas desgarrados de Churubusco Azteca: “Los olvidados”, “El Derecho de Nacer” o “Doña Bárbara”, con Felipe González en el papel de María Félix. O en el de la madre de Norman Bates, el de “Psicosis”. ¡La risa de las calaveras, tan mexicana!

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