Menú

Olvidó los cincuenta y siete puntos de sutura

Probablemente José Ortega no supiera nada de boxeo, y viéndole da la impresión de que a Chuck Wepner no le interesa demasiado la filosofía, pero cuando el gran pensador español dijo aquello de "yo soy yo y mis circunstancias" estaba retratando, quizás sin saberlo (¿o sí?), el caso de este púgil que saltó al estrellato por una derrota... ¿o fue una victoria? Aquel 24 de marzo del año 1975, Wepner se encerró en un cuadrilátero con las circunstancias orteguianas. Las suyas se parecían mucho a un tal Muhammad Alí, el mejor boxeador de toda la historia. Tanto se parecían que era él mismo, en su mejor momento de forma. ¿Qué hacer?... Wepner era conocido en el mundillo como "el sangrador de Bayonne", a quien, como consecuencia de un combate contra Sonny Liston, tuvieron que ponerle cincuenta y siete puntos de sutura. ¿Huir o dar la cara? Inevitablemente lo segundo.

Miren por dónde aquel combate de Cleveland acabó siendo antológico, hasta el punto de que el "sangrador" hizo trastabillar a Alí, que cayó a la lona. Ayer mismo vi a Wepner en Canal Plus –motivo por el cual escribo hoy este artículo– y sigue pensando que no tiró a Alí, sino que éste se cayó él solito. El caso es que le dijo a su entrenador: "Arranca el coche, nos vamos al banco. ¡Somos ricos!", pero desde el rincón le advirtieron: "Se levanta, y parece muy cabreado". Chuck Wepner aguantó los quince asaltos de aquel combate que, por extrañas que fueran las circunstancias, le había caído llovido del cielo. Aún hoy, más de veinticinco años después de aquello, la gente le dice por la calle: "¡Buena pelea!". Perdió ante Alí, pero ganó la amistad de Silvester Stallone que –testigo presencial de aquella gesta– quiso inmortalizarla en la película "Rocky". Balboa, el "potro italiano", no era otro que Wepner, el "sangrador de Bayonne".

Resulta curioso pero Sonny Liston, el mismo que dibujó un mapa en la cara de Wepner, no sería más tarde capaz de repetir la hazaña ante el propio Alí, que le noqueó sin misericordia. Lo que me lleva a la siguiente reflexión: ¿perdió realmente Chuck Wepner aquel combate? Yo creo que no. Lo ganó. El "sangrador" sin historial deportivo, el "paquete" con quien se cebó Liston, se convirtió en el cuarto hombre capaz de tumbar –como fuera– a Muhammad Alí, el más grande. Lo que nos conduce de nuevo a Ortega y Gasset: "yo soy yo y mis circunstancias". Las de Wepner, aquel 24 de marzo de hace veintisiete años, eran terribles, pero supo aprovecharlas. Hoy asegura con modestia que se lo debe todo a Alí, y los aficionados siguen reconociéndole por la calle y gritándole: "¡Eh, campeón, buena pelea!" Olvidó los cincuenta y siete puntos de sutura.

En Deportes

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal