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EL MUNDO DEL CÓMIC
Daredevil
David Jiménez Torres




Tras dos etapas bastantes olvidables a cargo de David Mack y Paul Jenkins, además de varios retrasos imperdonables, Daredevil vuelve a la carga con el equipo creativo formado por Bob Gale al guión y Phil Winslade a los lápices. El primero, un neófito en los cómics, cuenta como credencial el haber guionizado “Regreso al futuro”, entre otras películas.

Este arco argumental de seis números (del que por ahora se han publicado tres) nos devuelve al Matt Murdock centrado en su bufete con una premisa muy especial pero que probablemente se han planteado todos los fans del personaje al menos una vez: ¿Y si alguien acudiera a Matt Murdock con la intención de demandar a su alter ego, Daredevil? En este caso, ese “alguien” es el millonario Samuel Griggs, que acusa al héroe de causarle desperfectos (algo que Murdock no recuerda haber hecho) y quiere que nuestro protagonista sea su abogado en la demanda. A Matt no le queda más remedio que aceptar, encontrándose ante la difícil disyuntiva de preparar la acusación y, a su vez, buscarse un abogado.

Gale se maneja sorprendentemente bien con el guión, sin tener errores típicos de novato como sobrecargar las páginas con demasiados textos (o de no tan novatos... que se lo digan a Chris Claremont). Sale airoso a la hora de presentar a la abogada del héroe, una mujer responsable y decidida que se ve cada vez más enamorada de su cliente, y no tan airoso a la hora de introducir a la nueva secretaria de Murdock y Nelson, una guapa chica que nos recuerda demasiado a la fenecida Karen Page. Sobre todo es de agradecer el retorno al Daredevil clásico, urbano, con aventuras interesantes pero que parecen minucias en comparación con las que viven otros héroes. Si bien se agradecen historias distintas de vez en cuando, como la reciente de Kevin Smith y Joe Quesada o el ya mítico Born Again de Frank Miller y David Mazzuchelli, la esencia de Daredevil se halla en lo mundano de sus aventuras (¿qué clase de aventuras iba a tener un héroe ciego?), y Gale nos devuelve exactamente eso.

Winslade no pasa de lo correcto, mostrándose muy capaz a la hora de ilustrar tanto escenas de acción como otras más tranquilas, pero sin el toque de brillantez que distingue a los dibujantes pasables de los muy buenos. Aunque, después de sufrir a David Mack, sus dibujos son recibidos como agua de Mayo.

En conclusión, la nueva etapa del único superhéroe ciego del cómic americano agradará a casi todos, aunque es prácticamente imprescindible ser un lector experienciado del personaje para apreciar la colección; no olvidemos que Daredevil es, ha sido y siempre será, un héroe minoritario. No se pierdan la conclusión de la historia de Gale/Winslade, que vale la pena.

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