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Lobotomización en el vestuario culé

El régimen cuartelario no ha funcionado nunca bien en un equipo de fútbol. Ahí van sólo tres ejemplos de esto que digo: Passarella -un extraordinario futbolista y un hombre aparentemente inteligente- impuso el pelo corto en la selección de Argentina. En sus planes no entró nunca la posibilidad de que existiera un jugador en el mundo, sólo uno, que prefiriera llevarlo largo, rizado, de colores o con cresta de gallo antes que ser internacional con su país, pero se equivocó: Fernando Redondo, el mejor medio centro defensivo de la última década, obvió a Passarella que, a su vez, pasó sin pena ni gloria por la selección.

Otro ejemplo más: Roberto Acuña se vio obligado a abandonar la concentración de la selección paraguaya porque él quería pollo para cenar y el entrenador Ever Almeida le imponía el pescado. "Quiero pollo". "Hoy toca pescado". "Pues yo quiero pollo". "Pues no hay pollo, hoy hay lenguado". Y digo yo: ¿era tan difícil complacer al futbolista? ¿Acaso Acuña metería más goles con la lubina que con el lomo de buey, con la merluza que con la chuleta de cordero? Y otro ejemplo para terminar: Benito Floro tuvo una trifulca con Conejo ¡a propósito de unas chancletas!... El Albacete terminó el entrenamiento y, ya en las duchas, Floro le dijo al portero "póngase las chancletas"... "Pero si ya me he duchado"... "Cincuenta mil pesetas de multa. Póngaselas"... "Le estoy diciendo que ya me voy a casa"... "Cien mil pesetas de multa. Póngaselas"... ¿Que es ahora de Benito Floro? Creo que conferencia por Gijón tras haber entrenado en Japón o Méjico, no recuerdo bien.

Viene esto a colación porque en el Barcelona resuenan con alegría los cánticos de "vangalolandia", aquellos del "quinto levanta, tira de la manta" que tan desastrosos resultados le trajeron en su primera etapa al frente del equipo azulgrana. El holandés ha iniciado una nueva lobotomización del vestuario, aunque -y eso me llena de alegría- ya ha habido alguien que ha pedido pollo en lugar de pescado. Dani ha dicho que él no se irá del Barcelona sencillamente porque no le da la real gana, y esa me parece una razón fenomenal sobre todo teniendo en cuenta que los futbolistas tienen la precaución de blindar sus contratos por las cuatro esquinitas.

De igual manera que la cabra tira instintivamente al monte, Van Gaal -ya sea por un trauma infantil o debido a una deformación profesional a la hora de pretender controlarlo todo- tira de "decretazo". A las once en casa. No bebas. No fumes. No vayas con extraños. Si alguien llama a la puerta que te enseñe la patita. ¿Y de fútbol qué? ¿Cuando hablamos de fútbol, señor Van Gaal? ¿Lo dejamos mejor para la próxima ocasión que le cesen?

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